ROMA, 18 Feb. 15 / 06:17 am (
ACI).- En este tiempo de
Cuaresma es muy importante la oración y qué mejor si se va de la mano de la Virgen María. Por ello te proponemos meditaciones que podrían ser útiles al rezar las decenas del
Santo Rosario en este intenso tiempo litúrgico.
Si se va a rezar en
familia, grupo o comunidad, lo primero es seleccionar los cantos, antes del inicio del
Rosario, y que se pueden entonar entre cada meditación.
Todos: Por la señal de la Santa
Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
Se inicia con las oraciones tradicionales.
Monitor: Cuaresma es un tiempo de especial gracia, es tiempo favorable para convertirnos. Nosotros como
Iglesia nos preparamos para vivir y celebrar el Misterio de la Reconciliación, cada vez con un corazón más convertido. Este es el sentido: convertir nuestro corazón al Señor.
Meditemos en este rosario algunos medios que la Iglesia nos propone para poder prepararnos adecuadamente para la celebración de los misterios centrales de nuestra fe.
PRIMERA MEDITACIÓN: La iniciativa siempre es de Dios
Hay dos medios que nos propone la Iglesia para este tiempo litúrgico de la Cuaresma, que nos manifiestan claramente que la iniciativa parte de Dios-Amor. Por un lado, se nos propone tener una escucha atenta y reverente a la Palabra de Dios. Debemos tener durante esta Cuaresma un constante contacto con la Palabra Divina. Dios mismo sale a nuestro encuentro y nos invita a prepararnos nutriéndonos de su propia Palabra. Esta lectura de la Palabra de Dios, nos lleva a una oración más intensa, y éste es el segundo medio. Debemos nutrirnos de la oración durante esta Cuaresma, para no sucumbir y salir fortalecidos ante las tentaciones de Satanás. Esta oración debe mostrar nuestra reconciliación con Dios que nos invita al amor.
Padre nuestro, 10 Ave María y Gloria.
SEGUNDA MEDITACIÓN: Cooperar con la gracia de Dios
Otro de los medios que se nos propone durante la Cuaresma es acudir a los
sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía. Es necesario acudir a la misericordia del Señor. Para convertirnos debemos dejar todo pecado. Pero solos no podemos. Confiemos en el perdón que nos ofrece el Señor. No hay pecado que Él no pueda perdonarnos. Y acudamos también al encuentro con el Hijo de Santa María, realmente presente en la Eucaristía. Él mismo se ofrece por nosotros y se entrega en el altar de la reconciliación.
Padre nuestro, 10 Ave María y Gloria.
TERCERA MEDITACIÓN: El ayuno y la abstinencia
Dos medios que nos ayudan a ir preparando mejor nuestro corazón. Debemos tomar conciencia de la bendición que nos da el Señor. Muchos no se percatan de la importancia de esto. Cuántos de nosotros sabemos del ayuno y abstinencia de todos los viernes de Cuaresma, como preparación. ¿Y cuántos de nosotros realmente lo vivimos?
Muy importante es también la mortificación y la renuncia en algunas circunstancias ordinarias de nuestra
vida, ocasiones para acercarnos a la luz del Señor y conformarnos con Él, purificando nuestros corazones.
En esta meditación vamos a cantar el primer Ave María.
Padre nuestro, 10 Ave María y Gloria.
CUARTA MEDITACION: Llamado a la conversión
El Señor nos invita a convertirnos a Él. Debemos llegar hasta el fondo de nosotros mismos, pues se trata de morir a todo lo que es muerte para resucitar a una vida nueva en el Señor.
Confiemos en la misericordia de Dios. Escuchemos lo que Él mismo nos dice en la Escritura: (hacer una pausa)
«Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne»
Padre nuestro, 10 Ave María y Gloria.
QUINTA MEDITACION: En compañía de María
Y todo este camino que hemos emprendido, lo hacemos en la compañía tierna y amorosa de nuestra Santa Madre. Ella es guía segura en nuestro peregrinar hacia la plena configuración con su Hijo, el Señor Jesús. Es Ella quien con su intercesión nos ayuda a cambiar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne.
Acojámonos a su intercesión y confiémosle nuestros esfuerzos para vivir intensamente este tiempo de conversión.
Padre nuestro, 10 Ave María y Gloria.
Convirtamos nuestro corazón, trabajemos por nuestra propia reconciliación personal, siempre guiados de la mano amorosa de nuestra Madre.
Terminemos nuestra oración cantando LA SALVE.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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