MADRID, 18 Feb. 15 / 07:08 am (
ACI).- El Obispo de San Sebastián, Mons. Jose Ignacio Munilla ha publicado una carta en el Diario Vasco en la que da algunas ideas prácticas para vivir mejor el tiempo de
Cuaresma y en la que insiste en que "el ayuno que agrada a Dios es controlar nuestra lengua".
El Obispo de San Sebastián subraya en su carta la "cruzada que el Papa Francisco ha emprendido contra el vicio de la crítica y el cotilleo", y recuerda algunas frases como "el mal de la cháchara, la murmuración y el cotilleo, es una enfermedad grave que se va apoderando de la persona hasta convertirla en sembradora de cizaña, y muchas veces en homicida de la fama de sus propios colegas y hermanos".
Por eso ha advertido sobre la crítica y el cotilleo "tan extendidos en nuestra sociedad, sin que la
Iglesia sea una excepción".
"El cotilla y el murmurador tiende a justificarse diciendo que se limitan a informar, y que en esta
vida es necesario tener un juicio crítico", precisa el Prelado en la carta y explica que para dejar de murmurar "no solo se requiere controlar la lengua, sino que hay que cambiar la mentalidad".
Ya que según dice la murmuración no es un "vicio superficial o epidérmico", sino que bajo las críticas y cotilleos "se camuflan pecados como el rencor, la envidia o la vanidad", además de "nuestros complejos inseguridades y heridas".
Mons. Munilla explica en la carta que la crítica esconde con frecuencia envidia y celos, y que estos encierran falta de autoestima, cuyo origen es una carencia de amor.
El Obispo ha recordado un texto del Evangelio: “Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca (…) En verdad os digo que el hombre dará cuenta en el día del juicio, de cualquier palabra inconsiderada que haya dicho. Porque por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado”.
"Será por eso, tal vez, que le escuché a un hermano Obispo decir que se podría elevar a los altares, sin necesidad de proceso de canonización, a aquel de quien pudiera decirse: “nunca le escuchamos hablar mal de nadie”. Ciertamente, ¡el ayuno que agrada al Señor es controlar nuestra lengua!", concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario