Querido amigo/a:
De nuevo Jesús nos advierte del peligro de idolatrar el dinero, porque se pega al corazón y acaba ocupando el lugar de Dios en nuestro interior: esta es la aspiración de las idolatrías, ocupar un lugar que no les pertenece. Evidentemente ya sabemos que el dinero es necesario para vivir, pero cuidado con él, porque fuera de control es traicionero. Si a esto añadimos que vivimos en un mundo cada vez más desgarrado por la brecha abismal que separa a la gran familia humana entre ricos y pobres, el mal uso del dinero claramente es un pecado.
Ser personas de fiar, transparentes, honradas en nuestras encomiendas y quehaceres, en nuestras responsabilidades, rechazando la cultura de la corrupción, de la “mordida”, de la “koima”, es difícil porque en algunos contextos esta cultura corrupta está tan extendida que el que no se aprovecha de ella es tonto. Y ahí precisamente es donde debemos permanecer firmes, porque si caigo en la trampa, estoy fomentando esta cultura del abuso, del mal, del enriquecimiento injusto que siempre es a costa de empobrecer a otros. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar nos recuerda Jesús. Y a la inversa el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado.
Vivimos más tranquilos y con más satisfacción cuando nos liberamos de estas atmósferas corruptas y optamos por el trabajo bien hecho, por la responsabilidad bien ejercitada; por valorar a las personas no por el dinero que tienen o lo que materialmente nos puedan aportar, sino por lo qué son en sí. Ser gente de fiar, honrada, libre y responsable, ¿no es un buen programa de vida aunque no esté de moda?
Vuestro hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.
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