441Una vez, cuando la imagen estaba expuesta en el altar, durante la
procesión de Corpus Cristi [174],
cuando el sacerdote expuso el Santísimo Sacramento y el coro empezó a cantar,
los rayos de la imagen traspasaron la Santa Hostia y se difundieron sobre el
mundo entero. Entonces oí estas
palabras: A través de ti, como a través de esta Hostia, los rayos (184) de la misericordia pasaran al mundo. Después de estas palabras un gran gozo
penetró en mi alma.
442En una ocasión, cuando mi confesor [175] celebraba la Santa Misa,
como siempre vi. al Niño Jesús en el altar desde el momento del ofertorio. Pero un momento antes de la elevación el
sacerdote desapareció y se quedó Jesús y cuando llegó el momento de la
elevación Jesús tomó en sus manitas la Hostia y el Cáliz y los levanto juntos y
miró hacia el cielo y un momento después vi. otra vez a mi confesor y pregunté
al Niño Jesús donde estaba el sacerdote mientras no lo veía. Y Jesús me contestó: En Mi
Corazón. Sin embargo no pude
comprender nada más de aquellas palabras de Jesús.
443Una vez oí estas palabras: Deseo que vivas según Mi voluntad en los
más secretos rincones de tu alma. Comencé
a meditar estas palabras que llegaron hasta lo más profundo de mi corazón. Aquel día había confesión de la Comunidad
[176]. Cuando fui a confesarme, después
de acusarme de los pecados, el sacerdote me repitió las palabras que antes me
había dicho el Señor.
444El sacerdote me dijo estas palabras profundas: Hay tres grados en el cumplimiento de la
voluntad de Dios. El primero: es cuando el alma cumple todo lo que está
notoriamente comprendido en los reglamentos y en estatutos de la observancia
exterior. El segundo grado consiste en
que el alma sigue las inspiraciones interiores y las cumple. El tercer grado es aquel en que el alma,
entregándose a la voluntad de Dios, le deja la libertad de disponer de ella, y
Dios hace con ella lo que le agrada, porque es un instrumento dócil en sus
manos. Y me dijo ese sacerdote que yo
estaba en el segundo grado del cumplimiento de la voluntad de Dios, y que no
tenía todavía el (185) tercer grado del cumplimiento de la voluntad de Dios; no
obstante debía empeñarme para cumplir ese tercer grado de la divina
voluntad. Esas palabras penetraron mi
alma por completo. Veo claramente que
muchas veces Dios da a conocer al sacerdote lo que pasa en el fondo de mi alma;
eso no me sorprende nada, más bien agradezco al Señor que tiene a estos
elegidos.
445Jueves, Adoración nocturna.
Al venir a la
adoración, en seguida me envolvió un recogimiento interior y vi. Al Señor Jesús
atado a una columna, despojado de las vestiduras y en seguida empezó la
flagelación. Vi a cuatro hombres que por
turno azotaban al Señor con disciplinas.
El corazón dejaba de latir al ver esos tormentos. Luego el Señor me dijo estas palabras: Estoy
sufriendo un dolor aun mayor del que estás viendo. Y Jesús me dio a conocer por cuales
pecados se sometió a la flagelación, son los pecados impuros. Oh, cuanto sufrió Jesús moralmente al someterse
a la flagelación. Entonces Jesús me
dijo: Mira y ve el género humano en el estado actual. En un momento vi cosas terribles: Los verdugos se alejaron de Jesús, y otros
hombres se acercaron para flagelar los cuales tomaron los látigos y azotaban al
Señor sin piedad. Eran sacerdotes,
religiosos y religiosas y máximos dignatarios de la Iglesia, lo que me
sorprendió mucho, eran laicos de diversa edad y condición, todos descargaban su
ira en el inocente Jesús. Al verlo mi
corazón se hundió en una especie de agonía; y mientras los verdugos lo
flagelaban, Jesús callaba y miraba a lo lejos, pero cuando lo flagelaban
aquellas almas que he mencionado arriba, Jesús cerró los ojos y un gemido
silencioso pero terriblemente doloroso salió de su Corazón. Y el Señor me dio a conocer detalladamente el
peso de la maldad de aquellas almas ingratas:
Ves, he aquí un suplicio mayor
que Mi muerte. Entonces mis labios
callaron y empecé a sentir (186) en mi la agonía y sentía que nadie me
consolaría ni me sacaría de ese estado sino aquel que a eso me había
llevado. Entonces el Señor me dijo: Veo el
dolor sincero de tu corazón que ha dado un inmenso alivio a Mi Corazón, mira y
consuélate.
446Entonces vi. a Jesús clavado en la cruz. Después de estar Jesús colgado en ella un
momento, vi. toda una multitud de almas crucificadas como Jesús. Vi la tercera muchedumbre de almas y la
segunda de ellas. La segunda infinidad
de almas no estaba clavada en la cruz, sino que las almas sostenían fuertemente
la cruz en la mano; mientras tanto la tercera multitud de almas no estaba
clavada ni sostenía la cruz fuertemente, sino que esas almas arrastraban la
cruz detrás de si y estaban descontentas.
Entonces Jesús me dijo: Ves, esas almas que se parecen a Mi en el
sufrimiento y en desprecio, también se parecerán a Mi en la gloria; y aquellas
que menos se asemejan a Mi en el sufrimiento y en el desprecio, serán menos
semejantes a Mi también en la gloria.
La mayor parte
de las almas crucificadas pertenecían al estado eclesiástico; vi también almas
crucificadas que conozco y eso me dio mucha alegría. De repente Jesús me dijo: En la
meditación de mañana reflexionaras sobre lo que has visto hoy. Y en seguida el Señor Jesús desapareció.
447Viernes. Estaba enferma y no
pude ir a la Santa Misa. A las siete de
la mañana vi a mi confesor celebrando la Santa Misa durante la cual veía al
Niño Jesús. Al final de la Santa Misa la
visión desapareció y me vi, como antes, en la celda. Me llenó
una alegría inexpresable de que aunque no pude asistir a la Santa Misa
en nuestra capilla, la escuché de una iglesia muy lejana. Jesús puede solucionar todo.
(187) 30 de julio de 1935
448Dio de San Ignacio. Recé
fervorosamente a este Santo reprochándole ¿Cómo podía mirarme y no venia en
ayuda en las cuestiones tan importantes como lo es el cumplimiento de la
voluntad de Dios? Le decía a este
Santo: Oh nuestro Patrono, que has sido
inflamado por el fuego del amor y del celo por la mayor gloria de Dios, te
ruego humildemente, ayúdame a cumplir los designios de Dios. Fue durante la Santa Misa. Entonces al lado izquierdo del altar vi a San
Ignacio con un gran libro en la mano, diciéndome estas palabras: Hija mía, no soy indiferente a tu causa. Esta regla se puede aplicar también a esta
Congregación: indicando el libro con la
mano desapareció. Me alegré muchísimo
viendo cuanto los santos piensan en nosotros y lo estrecha que es la unión con
ellos. Oh bondad de Dios, que bello es
el mundo interior porque ya aquí en la tierra nos relacionamos con los
santos. Durante el día entero sentí la
cercanía de este querido Patrono mío.
4495 de agosto de 1935: Fiesta
de Nuestra Señora de la Misericordia. Me
preparé para esta fiesta con mayor fervor que en los años anteriores. En la mañana de ese día experimenté la lucha
interior al pensar que debía abandonar esta congregación que goza de la
protección especial de María. En esta
lucha transcurrió la meditación, la primera Santa Misa, durante la segunda
Santa Misa rezaba a la Santísima Madre, diciéndole que me es difícil separarme
de la Congregación que esta bajo Tu protección especial, oh María. Entonces vi a la Santísima Virgen,
indeciblemente bella, que se acercó a mí, del altar a mi reclinatorio y me
abrazó y me dijo estas palabras: Soy Madre de todos gracias a la insondable
misericordia de Dios. El alma más
querida para mi es aquella que cumple fielmente la voluntad de Dios. Me dio a entender que cumplo fielmente todos
los deseos (188) de Dios y así he encontrado la gracia ante sus ojos. Sé
valiente, no tengas miedo de los obstáculos engañosos, sino que contempla
atentamente la Pasión de mi Hijo y de este modo vencerás.
450Adoración nocturna.
Me sentía muy
sufriente y me parecía que no podría ir a la adoración, sin embargo reuní toda
la fuerza de mi voluntad y a pesar de haberme caído en la celda, no reparaba en
lo que me dolía teniendo delante de los ojos la Pasión de Jesús. Al venir a la capilla entendí interiormente
lo grande que es la recompensa que Dios nos prepara, no solamente por las
buenas obras, sino también por el sincero deseo de cumplirlas. Qué gracia más grande de Dios es ésta.
Oh, que dulce es
trabajar por Dios y para las almas. No
quiero descansar en el combate, sino que lucharé hasta el último soplo de vida
por la gloria de mi Rey y Señor. No
rendiré la espada hasta que me llame delante de su trono; no temo los golpes
porque Dios es mi escudo. El enemigo
debe tener miedo de nosotros y no nosotros del enemigo. Satanás vence solamente a los soberbios y a
los cobardes, porque los humildes tienen la fortaleza. Nada confunde ni asusta a un alma
humilde. He dirigido mi vuelo hacia el
ardor mismo del sol y nada logrará bajármelo.
El amor no se deja encarcelar, es libre como una reina, el amor llega
hasta Dios.
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