29 DE OCTUBRE DE 2012
09:40 HRS.
para el mundo a través de la Vidente y Profeta del Final de los Tiempos María de la Cruz en el Cenáculo de Oración por la Salvación de las Almas “La Sagrada familia”
Hago un llamado especial en estas fechas a todos Mis Hijitos del mundo entero, para unirse Conmigo en la oración profunda, por todas las almas que se encuentran en la Iglesia Purgante, he de ponderar que la oración es el gran alimento de Mis hijos que se encuentran limpiando las mancha de sus pecados, únanse a Mí, haciendo: sacrificios, ayunos (viernes y sábados), misas, comuniones, oren el Santo Rosario, por sus hermanos, especialmente en este mes de noviembre. Además, pedid, por las almas agonizantes del mundo entero.
Porque vuestras postrimerías, os mueven al aborrecimiento de vuestros pecados.
Meditad, las postrimerías del hombre que son: muerte, sepultura, juicio particular y universal, infierno, purgatorio y gloria, son eficacísimas para moverles el aborrecimiento de vuestros pecados y los lleva al propósito eficaz de nunca más volver a ellos. Por lo cual dijo el Eclesiástico (7, 40), “EN TODAS TUS OBRAS ACUERDATE DE TUS POSTREMERÍAS Y NUNCA PECARAS”. Y POR LA MISMA RAZÓN DIJO Moisés a su pueblo (Deut., 32, 29) “OJALA SUPIESEN Y ENTEDIESEN Y SE PREVINIESEN PARA SUS POSTRIMERIAS”; dando a entender que vuestra sabiduría, inteligencia y providencia está en meditar y rumiar bien las cosas que os ha de suceder al fin de la vida y prevenirse para ellas. Y en especial de la meditación de la muerte, como la experiencia os lo enseña, es muy provechosa para todos los que caminan en cualquiera de las tres vías, Purgativa, Iluminativa y Unitiva, en la cual deberían todos ejercitarse frecuentemente, aunque con diferentes fines:
Los principiantes, para purgarse de sus pecados antes de que la muerte los saltee y coja desapercibidos.
Los que aprovechan, para darse prisa a granjear las virtudes viendo que el tiempo de merecer es brevísimo y de repente le corta la muerte.
Los perfectos para despreciar todas las cosas criadas con deseo de unirse por amor con el Creador.
Y así apuntarán consideraciones que puedan aprovechar a todos, pero más especialmente las que ayudan al fin de la vida purgativa, de que ahora tratamos.
Deseo ahora deciros que, la muerte tiene tres propiedades y son:
La primera propiedad es: la muerte es certísima, y está señalada por Dios a cada uno la hora de su muerte. Porque la primera propiedad de la muerte es ser certísima, sin que ninguno se pueda escapar de ella en el tiempo que Dios tiene determinado (Heb., 9, 27). He de ponderar que Dios vuestro Señor, en este su secreto, acortó o alargó los días que podían vivir algunos hombres, según su natural complexión, por los secretos fines de Su Soberana Providencia. Porque a unos por sus oraciones o de otros Santos, alarga los días de la vida.
La segunda propiedad de la muerte es: en cuanto al día, lugar y modo, es ocultísima a todos los hombres y manifiesta a sólo Dios.
El cual ponderaré, como nadie pude saber el día ni la hora en que habréis de morir (Mt., 24, 42), ni el lugar, ni la ocasión o coyuntura en que os ha de coger la muerte; ni el modo cómo habréis de morir, si será con muerte natural, por enfermedad y porqué género de enfermedad o si será con muerte violenta, por fuego o agua, o a manos de hombre o de fieras, o por algún rayo o teja de algún tejado que caiga sobre vosotros. Esto sólo pueden saber: que vendrá de repente la muerte o la enfermedad y ocasión de ella y cuando alguien está más descuidado le saltea, como ladrón que viene de noche a escalar la casa y robar la hacienda; así dice vuestro Señor Jesucristo, vendrá el Hijo del hombre a escalar vuestra casa, que es el cuerpo y robar y sacar de él el alma y hacer Juicio de ella (Lc., 12, 40; Apoc., 16, 15).
La tercera propiedad de la muerte es: Que no sucede más que una vez, conforme del dicho del Apóstol San Pablo (Hebr., 9, 27): “ESTATUTO Y DECRETO ES DE DIOS, QUE TODOS LOS HOMBRES MUERAN UNA VEZ”.
De donde se sigue que el daño y el yerro de la mala muerte, con ser el sumo de todos, es irremediable por toda la eternidad, así como el acierto de la buena muerte es perdurable por la misma eternidad. Y cuidado, porque si una vez mueres en pecado mortal, no hay medio para remediar este daño, porque, como dice Salomón (Eccles., 11, 3), “DONDEQUIERA QUE CAYESE EL ÁRBOL CUANDO LE CORTAREN, AL SEPTENTRIÓN, O AL MEDIODÍA, PORQUE ALLÍ SE QUEDARÁ PARA SIEMPRE JAMÁS”. Porque así cae el septentrión del infierno por la obstinación de la culpa, y ya no hay remedio para volver a cobrar la gracia ni escaparse de la pena. Así como si cae al mediodía del Cielo con la perseverancia en la gracia, no hay temor de volver otra vez a la culpa ni de perder la gloria.
Pequeños Míos, ahora ponderaré los fines que vuestro Señor tuvo en esta traza de Su Providencia:
Para que estén siempre en vela, temiendo esta hora, previniéndoles para ella, haciendo penitencia de vuestros pecados antes que la muerte los ataje, daros prisa a mereced y trabajad (Eccles., 9, 10), antes que se acabe la luz y se muera la candela de improviso y se queden a oscuras (Jo., 12, 35).
Ahora os diré, como concluía Mi Hijo Jesús, en las parábolas que puso de esta materia:
Una vez decía: (Mt., 25, 3) “VELAD EN TODOS LOS DIAS Y EN TODAS LAS HORAS, PORQUE NO SABEIS EL DIA NI LA HORA DE VUESTRA MUERTE”.
Otras veces decía: “VELAD, PORQUE NO SABEIS LA HORA EN QUE VUESTRO SEÑOR HA DE VENIR” (Mt., 24, 42), Y “ESTAD APAREJADOS PORQUE EN LA HORA QUE NO PENSÉIS VENDRÁ EL HIJO DEL HOMBRE” (Lc., 12, 40).
Hijitos Mío de Mi Corazón amoroso, no desechéis todos los consejos que os doy como Madre vuestra; “MEJOR PEDIDLE AL SEÑOR MISERICORDIA DE VUESTRA ALMA PROCURANDO APLACAR A DIOS”.
Los amo con todo Mi Corazón y los invito a vivir Conmigo un día, en el Santo Cielo de Mi Padre.
Os bendigo
+ En el Nombre de Dios Padre Yavé
+ En el Nombre de Dios Hijo Jesucristo
+ En el Nombre de Dios Espíritu Santo Paráclito
+ En el Nombre de María Santísima Virgen de Guadalupe.
Amén, Amén, Amén.
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