251 Después de los votos perpetuos, todavía me quedé en Cracovia todo
mayo, porque mi destinación oscilaba entre Rabka y Vilna. Cuando una vez la Madre General [121] me
preguntó: ¿Por qué usted, hermana, se
queda tan silenciosa y no se prepara para ir a alguna parte? Contesté:
Yo quiero sólo la voluntad de Dios.
Donde usted, querida Madre, me mande, sin mi intervención, yo sabré que
será para mí la pura voluntad de Dios.
(115) La Madre General me
respondió: Muy bien. Al día siguiente la Madre General me llamó y
dijo: Como deseaba tener la pura
voluntad de Dios, pues usted hermana, va a Vilna. Le agradecí y esperaba el día en el que me
dijeran de salir. Sin embargo una
alegría y un temor a la vez llenaron mi alma.
Sentía que allí Dios me preparaba grandes gracias, pero también grandes
sufrimientos. De todas maneras, hasta el
27 de mayo me quedé en Cracovia. Como no
tenía una tarea fija e iba solamente a ayudar en la huerta y como coincidió que
trabajaba sola, durante todo el mes tuve la posibilidad de hacer los ejercicios
espirituales según el sistema de los jesuitas.
En ellos recibí mucha luz de Dios.
252 + Pasaron cuatro días
después de los votos perpetuos. Traté de
hacer la Hora Santa. Era el primer
jueves del mes. En cuanto entré en la capilla,
la presencia de Dios me inundó. Sentía
claramente que el Señor estaba a mi lado.
Un momento después vi al Señor todo cubierto de llagas, y me dijo: Mira,
con quién te has desposado. Yo
comprendí el significado de esas palabras y contesté al Señor: Jesús, Te amo más viéndote tan herido y
anonadado que como Te viera en Tu Majestad.
Jesús preguntó: ¿Por qué?
Contesté: Una gran Majestad
me da miedo a mí, a esta pequeñita nulidad que soy, mientras que Tus llagas me
atraen a Tu Corazón y me hablan de Tu gran amor hacia mi. Después de esta conversación se hizo el
silencio. Miraba atentamente Sus santas
llagas y me sentía feliz sufriendo con Él.
Sufriendo no sufría, porque me sentía feliz conociendo la profundidad de
Su amor y una hora me pasó como si fuera un minuto.
253
+ No juzgar nunca a nadie,
para los demás tener el ojo indulgente y para mi severo. Relacionar todo a Dios y en mis propios ojos
sentirme lo que soy, es decir la más grande miseria y la nulidad. En los sufrimientos estar paciente y tranquila,
sabiendo que con el tiempo todo pasará.
254
(116) + De los momentos que
viví durante los votos perpetuos, mejor no debo hablar de ellos.
Estoy en Él y Él está en mí.
En el momento en que el obispo me puso el anillo, Dios penetró todo mi
ser y como no sé expresarlo, dejo este momento en silencio. Desde los votos perpetuos mis relaciones con
Dios se hicieron tan estrechas como nunca antes. Siento que amo a Dios y siento también que Él
me ama. Mi alma, habiendo conocido a
Dios, no sabría vivir sin Él. Me es más
agradable una hora a los pies del altar, pasada en la más grande aridez del
espíritu, que cien años de deleites en el mundo. Prefiero ser una muchacha de los mandados en
el convento que una reina en el mundo.
255
+ Esconderé a los ojos de
la gente cualquier cosa buena que haga, para que sólo Dios sea mi recompensa; y
como una pequeña violeta escondida entre la hierba no hiere el pie de la
persona que la pisa, sino que emana perfume, [y] olvidándose completamente de
sí misma, trata de ser gentil con la persona por la que fue pisada. Aunque para la naturaleza esto es muy difícil,
la gracia de Dios viene en ayuda.
256 + Te agradezco, oh Jesús, esta gran gracia de
permitirme conocer todo el abismo de mi miseria; yo sé que soy un abismo de
nulidad y si Tu santa gracia no me sostuviera, en un solo momento me volvería a
la nada. Pues, con cada latido del
corazón, Te agradezco, oh Dios, Tu gran misericordia conmigo.
257
Mañana he de salir para
Vilna. Hoy fui a confesarme con el Padre
Andrasz, este sacerdote que tiene un profundo espíritu de Dios, el que me ha
desatado las alas para el vuelo, hacia las mayores alturas. Me ha tranquilizado en todo y me hace creer
en la Divina Providencia. Tú confía y
avanza con valor. Después de esa
confesión he sentido una misteriosa fuerza (117) divina. El Padre ha insistido en que sea fiel a la
gracia de Dios y dijo: Si continúas
conservando la sencillez y la obediencia, no te sucederá nada malo. Confía en Dios, estás en el buen camino y en
buenas manos estás, en las manos de Dios.
258
+ Por la noche me quedé más
tiempo en la capilla. Hablaba con el Señor
de cierta alma. Animada por su bondad,
dije: Jesús, me has dado a este Padre
que ha comprendido mis inspiraciones y vuelves a quitármelo. ¿Qué voy a hacer en Vilna? No conozca a nadie, hasta el dialecto, de
aquella gente es ajeno para mi. Y me dijo
el Señor: No tengas miedo, no te dejaré sola.
Mi alma se sumergió en la oración de agradecimiento por todas las
gracias que el Señor me concedió por medio del Padre Andrasz.
De súbito recordé aquella visión en la que había visto a un
sacerdote entre el confesionario y el altar, confiando en conocerlo algún día y
volvieron bien claras las palabras que había escuchado: Él te
ayudará a cumplir Mi voluntad en la tierra.
259
Hoy, 27 de [mayo de 1933]
voy a Vilna. Al salir delante de la
casa, eché una mirada a toda la huerta y a la casa; al dirigir la mirada al
noviciado, de repente por mis mejillas rodaron las lágrimas. Recordé todos los beneficios y las gracias
que el Señor me había concedido. De
repente e inesperadamente vi al Señor junto al florero, que me dijo: No
llores, Yo estoy siempre contigo. La
presencia de Dios que me penetró mientras el Señor Jesús estaba hablando, duró
todo el tiempo del viaje.
260 Tenía el permiso de
detenerme en Czestochowa. Por primera
vez vi a la Santísima Virgen cuando a las cinco de la madrugada fui para
asistir al descubrimiento de la imagen.
Estuve orando sin interrupción hasta las once y me parecía que acababa
de llegar. La Madre Superiora del lugar
[122] mandó una hermana para llamarme a desayunar y porque estaba preocupada
(118) de que yo no perdiera el tren. La
Virgen me dijo muchas cosas. Le ofrecí
mis votos perpetuos, sentía que yo era su niña y Ella mi Madre. No me rehusó nada de lo que yo le había
pedido.
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