6 de Noviembre de 1978
UN ARMA TREMENDA: EL MALEFICIO
Escribe, hijo mío, soy Jesús.
Fiel a la promesa que te he hecho deseo continuar la conversación iniciada ayer y comunicarte otras cosas referentes a mi Iglesia.
La perfidia y la malicia de las potencias oscuras del mal es tal que muy difícilmente se puede conocer toda su extensión. También difícilmente se puede comprender cómo malicia y perfidia se hayan insinuado, como una inmensa nube tóxica, en los más remotos entresijos de mi Iglesia, envenenando todo y oscureciendo todo.
¿Puedes tú hoy contar las herejías que laceran a la Iglesia?
Las potencias oscuras del Infierno además, sometiendo a sí a los hijos de su iglesia, querida para diseminar todos los males posibles con los cuales golpear, lacerar y atormentar almas y cuerpos, tienen también a disposición un mal grande, un arma tremenda para golpear, no sólo el espíritu sino también los cuerpos de los miembros de mi Iglesia: ¡el maleficio!
esto suscita estupor y aun escándalo en quienes...
Del maleficio, ¡cuántos son víctimas hoy! ¡Un número sin número!… Sin embargo esta palabra: "maleficio", que es causa de indescriptible sufrimiento, suscita perplejidad, dudas e incredulidad aún en aquellos que son víctimas de ello;
suscita risas y burlas en quienes no creen;
suscita estupor y hasta escándalo en aquellos que deberían conocer su naturaleza, origen y causa y deberían sugerir modos y medidas para defenderse e indicar los medios para combatirlo.
Pero ¿quiénes son éstos que fingen estupor y asombro cuando oyen hablar de maleficio?
Es increíble de decir hasta dónde llega la perfidia de los Demonios y de sus aliados y colaboradores en la tierra, precisamente porque estos son Sacerdotes, Obispos y hasta Cardenales, que descaradamente con engañosos pretextos, con una malicia y perfidia satánica y con un nauseabundo y fingido celo prohiben a los Sacerdotes confiados a su cuidado usar los medios buenos y eficaces, ya indicados en el pasado por la Iglesia, aceptados por la Cristiandad y usados por todos los Santos, quienes han apreciado su utilidad y su eficacia, presentando como cobertura de su hipocresía la aplicación del Concilio, entendida a ¡quitar de en medio los tabúes que ¡podrían disminuir el prestigio de la Iglesia!
Se ha llegado así a prohibir a los Sacerdotes "bendecir" a personas maleficiadas y a limitar el uso del agua Bendita, imponiendo bendecirla sólo en las Misas dominicales, y todo, naturalmente, bajo la apariencia de cuidar celosamente el prestigio de la Liturgia.
maleficio: presencia de oscuras fuerzas ocultas
Este es un aspecto negativo y demoledor, pero son tantos los aspectos negativos y demoledores de la Pastoral moderna, desviada como está de su finalidad fundamental, que es la de arrancar a las almas de las garras de las fuerzas oscuras del mal.
Lo que estoy diciéndote, hijo, son pequeños fragmentos de los trágicos males de mi Iglesia. Los maleficios son una tremenda realidad, cuya visión sin embargo, por arte diabólica, está quitada aún de la vista de quienes son sus víctimas.
En efecto, en la voluntad de quien los encarga y de quien los obra, el hablar de ello se considera culpa, índice de ignorancia y de oscurantismo, mientras que el oscurantismo forma precisamente parte de la naturaleza diabólica de los demonios, que por medio de su iglesia en la tierra lo difunden, lo propagan llevándolo a las almas sirviéndose precisamente de los maleficios.
¿Qué quiere decir maleficio y qué es? Es la presencia de "fuerzas oscuras" ocultas en personas, lugares o cosas, con las cuales en general se crean situaciones de sufrimiento espiritual y material.
He dicho en general, porque no siempre donde hay presencia de fuerzas oscuras ocultas hay sufrimiento, en efecto en aquellos que son artífices de los maleficios, esto es, son instrumentos de estas fuerzas oscuras ocultas, no hay sufrimiento espiritual ni material, porque les viene evitado por esas mismas fuerzas a las que están ligados.
El "espiritismo", que es evocación de fuerzas ocultas, jamás es de Dios, sino siempre del Infierno y es medio para extender en la tierra el reino del Príncipe de las tinieblas, y así los sometidos a la iglesia de Satanás son otros tantos celosos apóstoles de ocultas presencias en almas, lugares y cosas, artífices por consiguiente de tanto increíble sufrimiento.
Negar hechos y consecuencias de la pérfida actividad de las potencias oscuras del Infierno es como negar a Dios, el Cual, para liberar a la humanidad de tanto mal me ha enviado a la tierra a Mí, Verbo Eterno de Dios hecho carne, a morir en la Cruz.
Hijo, por ahora basta, te bendigo, ámame.
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