15 de Noviembre de 1978
CAOS EN LA DOCTRINA. EN LA MORAL Y EN LA LITURGIA
Continuemos, hijo mío, soy Jesús, escribe.
En estos últimos mensajes, que tienen como titulo Cosas y hechos de mi Iglesia, hube de hablarte de caos, y verdaderamente es el caso de hablar de caos en la doctrina, en la moral y en la liturgia.
Se ha pretendido cambiar todo, pero cambiar todo en sentido anticonciliar, porque ésta es la substancia de los hechos, y tú sabes bien lo que significa la palabra "substantia"… la "sustancia" está bajo los accidentes y por lo tanto no se ve, se ven sólo los accidentes. Así, igualmente bien oculta debe quedar la intención de actuar en contraste con el Concilio y bien evidente debe aparecer en cambio la voluntad de reformar todo en conformidad con el Concilio, por lo que toda la obra de regeneración espiritual, tan cálidamente querida y recomendada por el Concilio, se ha convertido en una acción disolvente del gran patrimonio de la Revelación y de la entera Redención.
He aquí bajo los más falsos pretextos el por qué del afirmarse de un número grandísimo de errores teológicos, dogmáticos y morales con los que se ha atacado sustancialmente la Biblia, hasta el punto de que bastaría aceptar solamente algunas de las tantas herejías afirmadas para hacer caer toda la credibilidad de la Biblia misma, y golpeada mortalmente la Biblia, lógicamente no se sostendría ya ni siquiera el Evangelio con todo su contenido.
Caos doctrinal por consiguiente y no aclaraciones o descubrimientos de nuevas facetas de las Verdades Bíblicas o Teológicas, ¡pero aquí no no se requeriría un simple mensaje sino más bien un amplio tratado para aclarar mejor el número y la sustancia de todos los errores y de todas las herejías salidas de los turbios labios de muchos teólogos modernos!
Verdad y justicia prevalecerán sobre mentira e hipocresía
Caos doctrinal. forzado al paroxismo en nombre de la libertad de pensamiento y de palabra. Como si la libertad fuera una cosa de la que puede servirse sin discriminación alguna, sea para el bien o para el mal, para la Verdad como para el error.
En mi Iglesia nueva este abuso de la libertad deberá cesar; no era coartar la libertad el prohibir la difusión de las herejías tendentes a llevar a las almas lejos del plan y del misterio de la salvación, no, era sólo contener en su justo uso el don de la libertad; así como no es mal prohibir y castigar severamente a aquellos que en nombre de la libertad quisieran diseminar bacterias portadoras de muerte Y las herejías ¿no llevan acaso muerte a las almas, cuya vida es mucho más preciosa que la vida de los cuerpos?
¿Cuándo se decidirán finalmente los hombres a abrir su corazón y su espíritu al bien y a la Verdad y tomarán conciencia de la humillante condición en la que viven?
Ellos hablan de libertad y están atados corazón, alma y cuerpo a la más feroz tiranía, la de Satanás.
En mi Iglesia nueva deberían ser restablecidas las medidas disciplinarias para quien abusa de la libertad, don de Dios, para arrojar al hombre en la humillante y envilecedora sujeción a las potencias del Mal.
Muchos, leyendo este mensaje, a ejemplo de los Sacerdotes del templo, se desgarrarán las vestiduras y gritarán escandalizados a la blasfemia, pero no importa, lo que verdaderamente cuenta es que la Verdad y la Justicia prevalezcan sobre la mentira y la hipocresía.
¡Para muchos Ministros míos ya no hay pecado!
Hijo mío, caos, oh si, caos en la Ley de mi Iglesia, por lo que hoy para muchos Ministros míos ya no hay pecado; ¡dar la vida o quitarla es la misma cosa!
Muchos ministros míos comunistoides asiduos y atentos lectores de revistas y diarios marxistas piensan sustancialmente así y también algún Obispo lo piensa así.
Para esos es lícita hasta la legalización de la matanza de millones de inocentes... pero esto grita venganza ante la presencia de Dios y tal vez cambiarán de opinión cuando ellos mismos pierdan la vida, pero será demasiado tarde para comprender cuanto vale la vida de una criatura humana.
Hijo mío, ¡más que caos! Incluso Obispos han mantenido el semblante ante la más infame entre todas las leyes humanas, en la cual se ha confundido el "amor carnal" con el amor mandado por Dios como suprema Ley, que contiene toda la Ley Antigua y Nueva, envileciendo este gran Mandamiento con las más nauseabundas concesiones en el campo moral, poniendo en un mismo plano lo lícito y lo ilícito, el bien y el mal, en contra de la inequívoca claridad y limpidez de mis Mandamientos y Preceptos.
Si no es caos esto, ¿a qué cosa se le deberá llamar caos?
Hijo, veo que estás cansado; continuaremos mañana, ahora te bendigo y contigo bendigo a todos los que colaboran en la redacción de este VI volumen y Conmigo te bendice mi Madre, que Ella también se reserva hablarte.
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