DETROIT, 20 Jul. 15 / 07:15 am (
ACI/EWTN Noticias).- En una carta con consejos prácticos dirigida a sacerdotes y diáconos, el Arzobispo de Detroit (Estados Unidos), Mons. Allen H. Vigneron, describió los tipos de personas que asisten a
Misa y cuál es la mejor manera de predicar para ellos.
1.- Un primer consejo que da el Prelado en su carta “El Predicador - Siervo de la Palabra de Dios”, está en recordar que "la clave no es ofrecer comentarios sino ayudar a que esas personas que están en las bancas entiendan lo que sucede en el texto y así comprendan lo que está pasando ahora y responder a su fe".
2.- En lugar de permitir que las lecturas se queden en el nivel de la teoría, el Prelado indicó que los predicadores deben aplicarlas a la "situación concreta" de la comunidad y ofrecer sugerencias para que los fieles puedan ponerlas en práctica. Todo esto requiere de una preparación adecuada y anticipada a la homilía.
3.- Tristemente, lamentó Mons. Vigneron, muchas personas en las bancas han oído la frase "Dios te ama", pero no han interiorizado ella. "Las recientes estadísticas revelan que muchos católicos ni siquiera creen que es posible tener una amistad con Dios, por lo que sin duda no saben que son amados infinita y apasionadamente por Aquel que lo hizo todo", explicó.
"Y este amor, el conocimiento de este amor,
el encuentro con este amor, es lo que cambia la vida; es lo que lleva a la decisión de dar una respuesta al seguimiento de Aquel que ha entregado su vida por nosotros".
El Prelado sostuvo que así como el acero debe ser calentado antes de que pueda ser moldeado o doblado, el corazón humano debe ser calentado por el amor de Dios con el fin de superar el miedo y ser moldeado por la verdad del Evangelio. Sin un encuentro con el amor de Cristo, "la fe simplemente se ve como un conjunto de normas y reglamentos".
4.- En última instancia, reflexionó el Arzobispo, los sacerdotes y diáconos fomentan un encuentro con Dios cuando predican a Cristo crucificado: "la
Cruzes la mayor prueba de amor jamás vista. Ayúdenles a entenderlo, a comprender que Dios no sólo nos dice que nos ama sino que nos lo demuestra", resaltó.
El Arzobispo de Detroit explicó luego cómo son algunos de los tipos de gente que asiste a Misa: "
Muchas personas han sido ‘sacramentadas’ pero nunca evangelizadas", sostuvo Mons. Vigneron. Aunque se encontraron con Cristo en los
sacramentos, tenían poco conocimiento de estos, por lo tanto, "sabían cosas de Dios pero no lo conocían".
"Desafortunadamente, debemos admitir nuestra parte de responsabilidad en esto", continuó el Arzobispo, quien afirmó que predicar el Evangelio a este grupo de personas, quienes pueden ser mayoría en una Misa dominical se parece a "tratar de plantar semillas en el cemento: nada crecerá".
Por lo tanto, el Prelado enfatizó que la clave está en una evangelización que promueva un encuentro con Cristo.
Otro grupo de personas presente en la Misa son los "ateos prácticos", explicó Mons. Vigneron. Estas personas no rechazan a Dios directamente pero separan su fe de la vida cotidiana y pasan la mayor parte de sus tiempos en un "mundo del consumo secular", es decir, viven como si Dios no existiera o no tiene significado en sus vidas.
Además, continuó el Prelado, en la actualidad muchas personas se consideran espirituales. Tienen gran hambre de "una especie de paz interior que les ayude de alguna manera a lograr sus proyectos en la vida". Otras personas vienen a Misa con prejuicios adquiridos por los medios de comunicación, el entretenimiento y el mundo académico, que les dicen que la fe es incompatible con la razón.
También están presentes los "que parecen muertos", es decir, quienes llegan tarde y se marchan temprano de la Misa, quienes no prestan atención, no participan y parecen no querer estar allí, así como "el aburrido y desinteresado", aquellos que sólo han visto una versión "reducida" de Cristo y del Evangelio.
Pero en el fondo, dijo Mons. Vigneron, todo el que va a Misa quiere lo mismo: un encuentro con Cristo, y es responsabilidad del sacerdote ayudar a facilitarlo a través de su predicación.
Traducido por Bárbara Bustamante
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