19 de Junio de 1978
GRAN MISION DE LA IGLESIA
Soy tu hermana Alice, Don Octavio, escribe.
En estos últimos días ha sido más bien intensa tu comunicación con la Iglesia triunfante; no pocos Bienaventurados te han hablado y te han instruido sobre la gran misión de la Iglesia en el mundo, y en la Iglesia, sobre la gran misión de los Obispos y de los sacerdotes de guiar a las almas a través de la lucha de la vida terrena hacia Dios.
Hermano, ¿recuerdas, las vicisitudes de un famoso General que vivió más o menos hace dos siglos? Te hablo de Napoleón. Imagínalo sentado a su mesa de trabajo rodeado de todos sus mejores generales y de sus expertos en cosas militares, estudiando atentamente el gran plan de su expedición a Rusia. En todas aquellas reuniones se estudió cuántos hombres en las diversas armas, cuántos caballos, cuántos carruajes, cuántas armas, fusiles, cañones, espadas; cuántas provisiones se necesitarían llevar para realizar esa gran empresa. Se estudiaron hasta en los mínimos detalles las diferentes etapas que se efectuarían día a día, se trató de prever todas las reacciones del adversario, se evaluaron en los más mínimos detalles los movimientos, la capacidad de resistencia, las retiradas y otro otros innumerables elementos… todo se trató de prever todo, se hizo todo para prevenir y evitar movimientos equivocados, se necesitaron meses para llevar a término la redacción del plan de invasión.
Esto es lo que hacen los hombres, hermano mío, para sus empresas humanas. Todo estaba considerado: la naturaleza del terreno, los cursos de agua que se debían cruzar, las vituallas, previstos los lugares donde serían los enfrentamientos con el enemigo, del que se había buscado conocer todo por medio de espías, de diplomáticos…
Humanidad e Iglesia, pueblo de Dios en marcha
Hermano, esto hacen los hombres en caso de guerra, la humanidad y la Iglesia son "el pueblo de Dios" en marcha a través del desierto de la vida terrena, he dicho a través del desierto. ¿Qué cosa es la tierra sino un hórrido desierto comparado con la Patria Celestial?
¿No está la humanidad en su marcha terrena continuamente insidiada por fuerzas y potencias enemigas, generadoras de todos los males que la afligen? ¿No está siempre el enemigo al acecho, siempre dispuesto a agredir?
Vosotros, sacerdotes, con vuestros Pastores ¿Cómo dirigís la defensa de vuestros soldados? ¿Qué hacen vuestros generales, los Obispos, para vencer en la más importante de todas las guerras?
¡Toda la crisis actual de la Iglesia de Dios tiene aquí sus causas, las raíces de sus múltiples y ya incurables males!
Quien siembra vientos recoge tempestades
La humanidad y la Iglesia nunca podrán imputar a Dios el haberlos privado de todos los auxilios ordinarios y extraordinarios; igual que no le faltaron al pueblo Hebreo en su camino hacia la Tierra Prometida para llevarles a la victoria. La ceguera humana y cristiana es cosa verdaderamente incomprensible. La ceguera es tal que la humanidad, que presiente e intuye que está caminando hacia el precipicio, no encuentra la voluntad para reaccionar y salvarse... y tal vez no merece ya ni el rayo de luz necesario, pues la Luz ha sido metódica y fríamente rechazada. Quien siembra vientos recoge tempestades, y viento, mucho viento se ha sembrado, y ahora el huracán que arrollará todo, viene ya en camino.
Hermano mío, Don Octavio, no hay tiempo que perder. Conozco tu misión; acelera la preparación del Quinto libro, pásalo a la imprenta cuanto antes sin preocuparte de las eventuales reacciones negativas. Adelante, trata de ser fiel a Él, que te ama. No des peso a los juicios del mundo, que de nada sirven y que nada valen. Toma a pecho la gloria de Dios y el bien de las almas; éstas son las cosas que verdaderamente valen y por las cuales vale la pena inmolarse.
Sabes que te esperamos y que en la espera intercedemos por ti para que la bendición de Dios Omnipotente y de Su Madre y nuestra y de San José descienda sobre ti y sobre todos los que te son queridos.
Alice
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