Queridos amigos y amigas:
En las vísperas de la Navidad, la Palabra nos cuenta el nacimiento de otro niño: Juan, quien será el Bautista. Su familia, reunida en torno a él, se hace una pregunta: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Como toda vida que surge, todo el futuro está abierto, todas las posibilidades están intactas, todos los horizontes son posibles… Todos los padres del mundo han sentido, a la par, la ilusión por la nueva vida que comienza a la vez que el temor a que no se logre lo que esperan. Una incertidumbre a medio camino entre la amenaza y la esperanza.
Cada día, el Dios de la vida pone el mundo en nuestras manos. Como una nueva criatura. Y sería bueno que nos preguntásemos: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Es verdad que hay un pasado que condiciona y un presente con sus limitaciones. Pero Dios es capaz de hacer nuevas todas las cosas. Apoyados en él, estamos llamados a hacer crecer las semillas de vida, de fe, de comunidad, de misión, que él ha sembrado en nosotros.
Sería bueno también que nuestro mundo se preguntase con más responsabilidad “¿qué va a ser de estos niños que hoy están naciendo?”. Porque la vida de las futuras generaciones está, de alguna manera, en nuestras manos. Así lo ha recordado el Papa Francisco en su reciente Encíclica Laudato si'. Forjar un mundo donde la vida sea posible y se pueda desarrollar como Dios la sueña es un reto para el presente y para el futuro. El Dios “amigo de la vida” nos invita a preguntarnos… y a responder.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (luismanuel@claretianos.es)
No hay comentarios:
Publicar un comentario