771
En el mismo instante el alma se
hunde entera en Él y siente una felicidad [257] tan grande como los elegidos en
el cielo. Aunque los elegidos en el
cielo ven a Dios cara a cara y son totalmente felices, de modo absoluto, sin
embargo su conocimiento de Dios no es igual; Dios me lo ha dado a conocer. El conocimiento más profundo empieza aquí en
la tierra, según la gracia, pero en gran parte depende de nuestra fidelidad a
la gracia. Sin embargo, el alma que
experimenta esta inefable gracia de la unión, no puede decir que ve a Dios cara
a cara, ya que aquí hay un delgadísimo velo de la fe; pero tan (185) delgado
que el alma puede decir que ve a Dios y habla con Él. Ella es “divinizada”, Dios da a conocer al
alma cuánto la ama y el alma ve que las almas mejores y más santas que ella no
han recibido esta gracia. Por eso la
envuelve el sagrado estupor, y la mantiene en una profunda humildad, y se hunde
en su nada y en ese sagrado estupor.
Cuanto más se humilla, tanto más estrechamente Dios se une a ella y se
humilla hacia ella. En aquel momento el
alma está como escondida, sus sentidos inactivos, en un momento conoce a Dios y
se sumerge en Él. Conoce toda la
profundidad del Insondable y cuanto más profundo es el conocimiento, tanto más
ardientemente el alma lo anhela.
772
Es grande la reciprocidad entre
el alma y Dios. Cuando el alma sale de
su escondite, los sentidos gustan de lo que ella se deleitó. Esto también es una grandísima gracia de
Dios, pero no es puramente espiritual; en la primera fase los sentidos no toman
parte. Cada gracia da al alma fortaleza
y fuerza para la acción, valentía para [afrontar] los sufrimientos. El alma sabe bien qué es lo que Dios quiere
de ella y cumple (186) su santa voluntad, a pesar de las contrariedades. Sin embargo, en estas cosas el alma no puede
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773
Avanzar sola, tiene que seguir
el consejo de un confesor iluminado, porque, de lo contrario, puede desviarse o
no obtiene ningún beneficio.
774
+ Comprendo bien, oh Jesús mío,
que como una enfermedad se mide con el termómetro y la fiebre alta nos indica
la gravedad de la enfermedad, así en la vida espiritual el sufrimiento es el
termómetro que mide el amor de Dios en el alma.
775
+ Mi fin es Dios…. Mi felicidad
es el cumplimiento de la voluntad de Dios y nada en el mundo podrá turbarme
esta felicidad, ninguna potencia, ninguna fuerza.
776
Hoy, el Señor estuvo en mi
celda y me dijo: Hija Mía, te dejaré en esta Congregación ya poco tiempo. Te lo digo para que aproveches con más
diligencia las gracias que te concedo.
777
(187) 27 XI [1936]. Hoy, en espíritu, estuve en el cielo y vi
estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos esperan después de la
muerte. Vi cómo todas las criaturas dan
incesantemente honor y gloria a Dios; vi lo grande que es la felicidad en Dios
que se derrama sobre todas las criaturas, haciéndolas felices; y todo honor y
gloria que las hizo felices vuelve a la Fuente y ellas entran en la profundidad
de Dios, contemplan la vida interior de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que
nunca entenderán ni penetrarán.
Esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero siempre
nueva, brotando para hacer felices a todas las criaturas. Ahora comprendo a San Pablo que dijo: Ni el
ojo vio, ni oído oyó, ni entró al corazón del hombre, lo que Dios preparó para
los que le aman.
778
Y Dios me dio a conocer una
sola y única cosa que a sus ojos tiene el valor infinito, y éste es el amor de
Dios, amor, amor y una vez más amor, y con un acto de amor puro (188) de Dios
nada puede compararse. Oh, qué inefables
favores Dios concede al alma que lo ama sinceramente. Oh, felices las almas que ya aquí en la
tierra gozan de sus particulares favores, y éstas son las almas pequeñas y
humildes.
779
Esta gran Majestad de Dios que
conocí más profundamente, que los espíritus celestes adoran según el grado de
la gracia y la jerarquía en que se dividen; al ver esta potencia y esta
grandeza de Dios, mi alma no fue conmovida por espanto ni por temor, no, no
absolutamente no. Mi alma fue llenada de
paz y amor, y cuanto más conozco a Dios tanto más me alegro de que Él sea
así. Y gozo inmensamente de su grandeza
y me alegro de ser tan pequeña, porque por ser yo tan pequeña, me lleva en sus
brazos y me tiene junto a su Corazón.
780
Oh Dios mío, que lastima me dan
los hombres que no creen en la vida eterna; cuánto ruego por ellos para que los
envuelva el rayo de la misericordia y para que Dios los abrace a su seno paterno. Oh amor, oh rey.
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