751
Así, pues, todo el asunto se
aplazó un poco. Ves, Jesús, que ahora
depende solamente de Ti. A pesar de
estos grandes apremios estoy completamente tranquila; yo por mi parte he hecho
todo y ahora Te toca a Ti, oh Jesús mío, y así (169) resultará evidente que la
causa es Tuya. Yo por mi parte estoy
totalmente de acuerdo con Tu voluntad, haz de mi lo que quieras, oh Señor, dame
solamente la gracia de que Te ame cada vez con más ardor; esto es lo que me es
más querido, no deseo nada más fuera de Ti, Amor eterno. No importa por cuales caminos me lleves,
dolorosos o gozosos. Yo deseo amarte con
cada momento de mi vida. Me hacer ir, oh
Jesús, a cumplir Tu voluntad, iré; me haces quedarme, me quedaré; no importa lo
que sufra, en uno u otro caso. Oh Jesús
mió, si voy, sé lo que debo sobrellevar y soportar. Lo acepto plenamente consciente, y con un
acto de voluntad ya he aceptado todo. No
importa lo que está encerrado en este cáliz para mi, me basta saber que lo ha
dado la mano amorosa de Dios. Si me
haces volver de este camino y me ordenas quedarme, me quedaré a pesar de todas
las urgencias interiores. Si las
mantienes todavía (170) en mi alma y me dejas en esta agonía interior, aunque
sea hasta el fin de la vida, lo acepto con plena conciencia de la voluntad y
con amorosa sumisión a Ti, oh Dios mió.
Si me quedo, me esconderé en Tu misericordia. Dios mió, tan profundamente que ningún ojo
podrá verme. Deseo ser en mi vida un
incensario lleno de fuego oculto y que el humo que se levanta hacia Ti, Hostia
viva, Te sea agradable. Siento en mi
propio corazón que cada pequeño sacrificio despierta un fuego de mi amor hacia
Ti, aunque de modo tan silencioso y escondido que nadie alcanza verlo.
752
Cuando dije a la Madre General
que el Señor exigía que la Congregación rezara esta coronilla para propiciar la
ira divina, la Madre me contestó que de momento no podía introducir estas
nuevas plegarias, no aprobadas, pero deme, hermana, esta coronilla, tal vez
durante alguna adoración se pueda rezar, (171) vamos a ver. Seria bueno que el Padre Sopocko editara
algún folletito con la coronilla. Seria
mejor y más fácil rezarla entonces en la Congregación, porque sin esto, es un
poco difícil.
753
La misericordia del Señor la
glorifican en el cielo las almas de los santos que han experimentado sobre sí
esta misericordia infinita. Lo que
aquellas almas hacen en el cielo, yo lo empezaré ya aquí en la tierra. Glorificaré a Dios por su bondad infinita y
trataré de que otras almas conozcan y adoren esta inexpresable e inconcebible
misericordia de Dios.
754
+ Promesa del Señor: A las
almas que recen esta coronilla, Mi misericordia las envolverá en la vida y
especialmente a la hora de la muerte.
755
Oh Jesús mió, enséñame a abrir
las entrañas de la misericordia y del amor a todos los que me lo pidan. Oh Jesús, mi Guía, enséñame que todas las
plegarias y obras mías tengan impreso el sello de Tu misericordia.
756
(172) 18 XI 1936. Hoy traté de hacer todas mis prácticas de
piedad antes de la bendición, porque me sentía más enferma que de
costumbre. Por eso, una vez terminada la
bendición me acosté. Pero, al entrar en
el dormitorio, de repente conocí dentro de mí que debía ir a la celda de Sor
N., porque ella necesitaba ayuda. Entré
en seguida en aquella celda y Sor N. me dijo:
Oh, qué suerte que Dios la ha traído aquí, hermana. Y hablaba con una voz tan baja que apenas la
oía. Me dijo: Hermana, tráigame, por favor, un poco de té
con limón porque tengo muchísima sed y no puedo moverme por sufrir mucho; y
efectivamente sufría mucho y tenía mucha fiebre. La atendí y con ese poquito de té apagó sus
labios sedientos. Cuando entré en mi
celda, un gran amor de Dios envolvió mi alma y comprendí cuánto había que hacer
caso a las inspiraciones interiores y seguirlas fielmente y la fidelidad a una
gracia atrae otras.
757
(173) 19 XI [1936]. Hoy durante la Santa Misa vi a Jesús que me
dijo: Quédate tranquila, hija Mía, veo tus esfuerzos que Me agradan
mucho. Y el Señor desapareció y era
el momento de acercarse a la Santa Comunión.
Después de recibir la Santa Comunión, de repente vi el Cenáculo y en él
a Jesús y a los apóstoles; vi la institución del Santísimo Sacramento. Jesús me permitió penetrar en su interior y
conocí su gran Majestad y al mismo tiempo su gran humildad. Esta luz misteriosa que me permitió conocer
su Majestad me reveló a la vez lo que hay dentro de mi alma.
758
Jesús me dio a conocer el
abismo de su dulzura y humildad, y me hizo saber que lo exigía de mí
decididamente. Sentí la mirada de Dios
en mi alma que me llenó de un amor inefable, pero comprendí que el Señor miraba
con amor mis virtudes y mis esfuerzos heroicos y supe que ellos atraían a Dios
hacia mi corazón. Por eso comprendí que
no era suficiente preocuparme solamente por las virtudes ordinarias, sino que
debía ejercitarme (174) en las virtudes heroicas, aunque por fuera parecieran
cosas totalmente normales, sin embargo el modo seria distinto, distinguido
solamente por el ojo del Señor. Oh Jesús
mío, lo que escribí es solamente una pálida sombra de lo que entiendo en el
alma, éstas son las cosas puramente espirituales, pero para describir algo de
lo que el Señor me da a conocer, tengo que utilizar las palabras que me dejan
insatisfecha porque no reflejan la realidad.
759
La primera vez que recibí estos
sufrimientos [252], fue así: después de
los votos anuales [253], un día, mientras rezaba vi una gran claridad y de esa
claridad salieron dos rayos que me envolvieron y de repente sentí un tremendo
dolor en las manos, los pies y el costado y el sufrimiento de la corona de
espinas. Experimentaba este sufrimiento
los viernes, durante la Santa Misa, pero era un momento muy breve. Eso se repitió unos cuantos viernes y después
no sentí ningunos sufrimientos hasta el momento actual, es decir, hasta finales
de septiembre (175) de este año. En esta
enfermedad, el viernes, durante la Santa Misa sentí que me penetraron los
mismos sufrimientos; y eso se repita cada viernes y a veces cuando encuentro a
alguna alma que no está en el estado de gracia.
Aunque eso sucede raramente y el sufrimiento dura muy poco tiempo, no
obstante es terrible, y sin una gracia especial de Dios no podría
soportarlo. Y por fuera no tengo
ningunas señales de estos sufrimientos.
¿Qué va a venir después? No
sé. Todo sea por las almas….
760
21 XI [1936]. Jesús, ves que no estoy gravemente enferma ni
tampoco sana. Infundes en mi alma el
entusiasmo para actuar y no tengo fuerzas, arde en mí el fuego de Tu amor y lo
que no logro hacer con la fuerza física, lo compensa el amor.
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