761
Oh Jesús, mi espíritu Te añora
mucho y deseo mucho unirme a Ti, pero me retienen Tus obras. No está todavía completo el número de almas
que debo llevarte. Deseo las fatigas,
los sufrimientos, que se cumpla en mi todo que has planeado (176) antes de
todos los siglos, oh Creador mío y Señor.
Comprendo solamente Tu palabra, solamente ella me da fuerzas. Tu Espíritu, oh Señor, es el espíritu de la
paz y nada perturba mi interior, porque allí moras Tú, oh Señor.
Sé que estoy bajo Tu mirada especial, oh Señor. No analizo con temor Tus designios respecto a
mí; mi tarea es aceptar todo de Tus manos, no tengo miedo de nada aunque la
tempestad está enfurecida y tremendo rayos caen alrededor de mí y entonces me
siento verdaderamente sola, no obstante mi corazón Te siente y mi confianza
aumenta considerablemente y veo todo Tu omnipotencia que me sostiene. Contigo, Jesús, camino por la vida entre arco
iris y tormentas, con un grito de gozo, entonando un himno de Tu
misericordia. No interrumpiré este canto
de amor hasta que lo entone el coro angélico.
No existe ninguna fuerza que pueda detenerme en mi carrera hacia
Dios. Veo que no siempre, ni siquiera
las Superioras entienden el camino por el Cual Dios me lleva, y eso no me
extraña.
762
(177) En una ocasión vi al
Padre Sopocko rezando, reflexionando sobre este caso [254]. Vi como, de repente, se apareció un círculo
de luz encima de su cabeza. Aunque nos
separa alguna distancia, lo veo a menudo, especialmente, cuando trabaja junto
al escritorio, a pesar del cansancio.
763
22 XI [1936]. Hoy, durante la confesión, Jesús me habló por
la boca de cierto sacerdote. Aquel
sacerdote no conocía mi alma y me acusé solamente de los pecados; sin embargo
él me dijo estas palabras: cumple
fielmente todo lo que Jesús exige de ti, a pesar de las dificultades. Has de saber que aunque los hombres se
molestan contigo, Jesús no se cansa y nunca se enfadará contra ti. No hagas caso de ninguna consideración
humana. En el primer momento esta
enseñanza me extrañó; comprendí que el Señor habló a través de él, mientras él
se dio poca cuenta de eso. Oh sagrado
Misterio, qué grandes tesoros contienes.
Oh fe santa, indicadora de mi camino.
764
(178) 24 XI. Hoy, recibí una carta del Padre Sopocko
[255]. Por la carta supe que Dios Mismo
dirige esta causa y como el Señor la ha iniciado, del mismo modo el Señor la
guiará, y cuanto mayores son las dificultades que veo, tanto más tranquila
estoy. Oh, si en esta causa no hubiera
una gran gloria de Dios ni el provecho para muchas almas, Satanás no se
opondría de este modo, pero él intuye lo que va a perder. Ahora he comprendido que lo que Satanás odia
más es la misericordia; ella es su mayor tormento. Pero la Palabra del Señor no pasará, la
Palabra de Dios es viva, las dificultades no aniquilan las obras de Dios, sino
que demuestran que son de Dios…..
765
Una vez vi el convento de esta
nueva Congregación. Mientras lo recorría
y visitaba todo, de repente vi un grupito de niños cuya edad oscilaba entre
cinco y once años. Al verme, me rodearon
y se pusieron a gritar en voz alta:
Defiéndenos del mal, y (179) me llevaron a la capilla que estaba en
aquel convento. Cuando entré en la
capilla, vi en ella a Jesús martirizado:
Jesús me miró bondadosamente y me dijo que era ofendido gravemente por los niños.
Defiéndelos tú del mal. A
partir de aquel momento ruego por los niños, pero siento que la plegaria sola
no es suficiente.
766
Oh Jesús mío, Tú sabes qué
esfuerzos son necesarios para tratar sinceramente y con sencillez con aquellos
de los cuales nuestra naturaleza huye, o con los que hicieron sufrir consciente
o inconscientemente, esto es imposible humanamente. En tales momentos más que en otras ocasiones,
trato de descubrir a Jesús en aquellas personas y por este Mismo Jesús hago
todo para ellas. En tales acciones el amor
es puro. Este ejercitarse en la caridad
templa el alma y la refuerza. No espero
nada de las criaturas, por lo tanto no experimento ninguna desilusión; sé que
la criatura es pobre en si (180). Así,
pues ¿qué puedo esperar de ella? Dios es
todo para mi, deseo valorar todo a la luz de Dios.
767
+ Actualmente mi relación con
el Señor es plenamente espiritual; mi alma está tocada por Dios y se sumerge
entera en Él, hasta olvidarse de si misma.
Embebida de Dios, totalmente, se hunde en su belleza, se hunde toda en
Él. No sé describirlo, porque
escribiendo uso los sentidos y allí, en aquella unión, los sentidos no
funcionan; hay una fusión de Dios y del alma, hay una vida tan grande en Dios a
la que el alma es admitida que es imposible expresarla con palabras. Cuando el alma vuelve a la vida normal,
entonces ve que esta vida es una oscuridad, una niebla, una soñolienta
confusión, unas fajas que envuelven a un niño pequeño. En tales momentos el alma recibe únicamente
de Dios, porque ella por si misma no hace nada, no hace el menor esfuerzo, Dios
hace todo en ella. Pero cuando el alma
vuelve al estado normal, ve que no está en su (181) poder permanecer más en
esta unión. Aquellos momentos son
breves, duraderos [en su efecto], el alma no puede permanecer mucho tiempo en
tal estado, porque por fuerza se liberaría para siempre de los vínculos del
cuerpo, a pesar de ser sostenida milagrosamente por Dios. Dios da a conocer claramente al alma cuánto
la ama como si sólo ella fuera el objeto de su complacencia. El alma lo conoce de modo claro y casi sin
velos, se lanza a todo correr hacia Dios, pero se siente como una niña
pequeña. Sabe que esto no está en su
poder, por lo tanto, Dios se humilla hacia ella y la une consigo de manera…..
aquí debo callarme porque lo que alma experimente, no sé describirlo.
768
Es una cosa extraña que aunque
el alma viviendo esta unión con Dios no sabe darle una forma exacta ni
definirla, no obstante, al encontrar otra alma semejante, las dos se entienden
mutuamente en estas cosas a pesar de no hablar mucho consigo. El alma unida a Dios de este modo reconoce
con facilidad a otra alma semejante, aunque (182) aquella no le revele su
interior y sólo hable normalmente con ella.
Es una especie del parentesco espiritual. No hay muchas almas unidas a Dios de este
modo, menos de lo que pensamos.
769
He notado que Dios concede esta
gracia a las almas por dos razones: la
primera es cuando el alma ha de cumplir una gran obra que absolutamente supera
sus fuerzas, humanamente hablando. En el
segundo caso, he notado que Dios la concede para guiar y tranquilizar a las
almas semejantes, aunque el Señor puede conceder esta gracia cómo le agrade y a
quién le agrade. He observado esta
gracia en tres sacerdotes. Uno de ellos
es sacerdote seglar y dos son religiosos, y dos religiosas [recibieron esta
gracia], sin embargo no en el mismo grado.
770
En cuanto a mi, he recibido
esta gracia por primera vez y por un brevísimo momento a la edad de dieciocho
[256] años, en la octava de Corpus
Cristo, durante las vísperas, cuando hice a Jesús el voto perpetuo (183) de
castidad. Vivía aun en el mundo, pero
poco después entré en el convento. Esta
gracia duró un brevísimo momento, pero la potencia de esta gracia es
grandísima. Después de aquella gracia
hubo un largo intervalo. En verdad,
durante ese intervalo recibí del Señor muchas gracias, pero de otra
índole. Fue un periodo de pruebas y de
purificación. Las pruebas fueron tan
dolorosas que mi alma experimentó un abandono total de parte de Dios, fue
sumergida en grandes tinieblas. Noté y
comprendí que nadie lograría liberarme de aquellos tormentos y que no podían
comprenderme. Hubo dos momentos en que
mi alma fue sumergida en la desesperación, una vez por media hora, otra vez,
por tres cuartos de hora. En cuanto a las
gracias, no puedo describir exactamente su grandeza, lo mismo se refiere a las
pruebas de Dios. Aunque usara no sé qué
palabras, todo eso seria una pálida sombra.
Sin embargo el Señor me sumergió en estos tormentos y el Señor me
liberó. Eso duró un par de años y recibí
nuevamente esta gracia excepcional de la unión, (184) que dura hasta hoy. Sin embargo también en esta segunda unión
hubo breves pausas. No obstante, desde
hace algún tiempo, no experimento intervalos, sino que me sumerge [la gracia] cada
vez más profundamente en Dios. La gran
luz con la que es iluminado el intelecto, da a conocer la grandeza de Dios, no
para que conociera en Él los distintos atributos, como antes, no ahora es de
otro modo: en un solo momento conozco
toda la esencia de Dios.
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