Queridos amigos y amigas:
Cuando Jesús dijo a sus amigos “Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, astutos como las serpientes, y sencillos como las palomas”, lo decía por propia experiencia. Porque, durante su vida, sintió lo que era ser perseguido, como una oveja se siente acosada por el lobo.
El Evangelio de hoy nos muestra esa escena: los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercan con malas intenciones. Quieren pillarle en su respuesta. Si dice que su autoridad viene de Dios, le acusarán de arrogancia; si dice que su autoridad le viene de los hombres, le descalificarán.
Como buen Maestro, Jesús actúa con astucia y con sencillez. Toda una lección. Les devuelve la pregunta, refiriéndola al bautismo de Juan Bautista. Y ellos, desenmascarados en sus intenciones, no saben qué responder.
También hoy hay “lobos” que pretenden anular a las “ovejas”. En muchos ámbitos, también en el terreno de la fe. Quienes pretenden desacreditar, ridiculizar, anular a quienes creen y plantean cuestiones para lograrlo.
Por eso, también hoy necesitamos aprender del Maestro, dando razón de nuestra fe con astucia: buscando, cuando sea posible, los puntos de encuentro, los datos razonables… sin olvidar que la verdadera fe siempre supone un salto. Y dando razón de nuestra fe con sencillez: sin juzgar las intenciones del que nos cuestiona, sino buscando salir adelante en el conflicto… como Jesús con los ancianos. Sin perder la paz.
Astucia y sencillez. Un buen criterio para responder, en cualquier situación.
Y tú, ¿ante quién puedes dar razón de tu fe, como Jesús?
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