Papa Francisco (Foto Alan Holdren / ACI Prensa) / Indiferencia Flickr Marco Giumelli (CC-BY-2.0)
En su discurso a los nuevos embajadores ante la
Santa Sede de Guinea, Letonia, India y Bahrein, el Pontífice afirmó que “la indiferencia hacia Dios, hacia el prójimo y hacia el ambiente están vinculadas entre sí y se alimentan recíprocamente. Por lo tanto se pueden combatir solamente con una respuesta que las enfrente juntas, es decir
con un nuevo humanismo que recoloque al ser humano en su justa relación con el Creador, con los demás y con la creación”.
“'Hay muchas formas en que se manifiesta esta actitud de indiferencia y también son diversas las causas que contribuyen a alimentarla, pero esencialmente se remontan a un humanismo desequilibrado, en que el hombre ha tomado el lugar de Dios y, por lo tanto, se ha convertido, a su vez, en víctima de diversas formas de idolatría”.
“Incluso la crisis ecológica seria que estamos viviendo se remonta a este desequilibrio antropológico”, agregó.
El Santo Padre afirmó también que es importante por ello “colaborar juntos para promover en el mundo una cultura de la solidaridad, que pueda contrarrestar la globalización de la indiferencia que es desafortunadamenteuna de las tendencias negativas de nuestra época”.
“Se trata, de construir una cultura de la solidaridad y de compartir en el ámbito social, cultural y educativo. Todo ello es necesario para vencer la indiferencia y construir la paz”, precisó.
¿Qué hacer en el Año de la Misericordia?
El Papa Francisco se refirió después “al año que está por terminar, marcado por una multiplicación de conflictos violentos, tanto bélicos como terroristas. Una situación que está causando cada vez más en las conciencias maduras
una reacción no violenta, sino espiritual y moral. Es la que queremos y debemos alimentar con los medios a nuestra disposición y de acuerdo con nuestras responsabilidades”.
“La
Iglesia Católica, de acuerdo con su misión, con el
Jubileo de la Misericordia, se propone difundir en todo el mundo el espíritu de perdón y reconciliación, llamando a los fieles y a los hombres y mujeres de buena voluntad a abrirse al don de la gracia de Dios y a practicar lo que en nuestra tradición son las ‘obras espirituales y corporales de misericordia’”.
“Los Estados –prosiguió el Pontífice– están llamados también a hacer gestos concretos, actos de valentía para con las personas más frágiles de su sociedad, como los encarcelados, los emigrantes, los desempleados y los enfermos”.
“Deseo, además, en este
Año jubilar, formular un llamamiento urgente a los responsables de los Estados para hacer gestos concretos en favor de nuestros hermanos y hermanas que sufren por la falta de trabajo, tierra y techo. En ámbito internacional espero vivamente que toda nación se comprometa a renovar sus relaciones con otros pueblos para que se llegue a la fraternidad también dentro de la
familia de las naciones''.
Tras exhortar a no dejar nunca de trabajar por el bien común, el Papa precisó que esta tarea podrá ser mejor realizada “cuánto más se reconozca efectivamente su plena libertad religiosa. La Santa Sede, por su parte, se honra de instaurar con cada uno de ustedes y de los países que representan un diálogo abierto y respetuoso y una colaboración constructiva”.
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