El Papa Francisco durante el Ángelus. Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 06 Dic. 15 / 06:43 am (
ACI).- “¿No deberíamos y no podríamos ser nosotros que estamos aquí cristianos?”, se preguntó el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus desde el balcón del estudio pontificio del Palacio Apostólico y ofreciendo después una reflexión sobre lo necesario para que así sea y se de en cada uno la conversión.
“Yo les dejo esta pregunta: yo, de verdad, ¿estoy enamorado de Jesús? ¿Estoy convencido de que Jesús me ofrece y me da la salvación? Si estoy enamorado debo darlo a conocer”.
“Debemos ser valientes: disminuir las montañas del orgullo y de la rivalidad, llenar los hoyos cavados de la indiferencia y de la apatía, enderezar los caminos de nuestra pereza y de nuestros compromisos·, señaló.
El Papa se preguntó también: “¿Por qué debemos convertirnos?”. “Así pensando, no nos damos cuenta de que es propio de esta presunción que debemos convertirnos: de la suposición que, todo sumado, va bien así y no tenemos necesidad de conversión alguna”, señaló.
El Pontífice pidió a los fieles que se preguntaran: “¿Es verdad que en las diversas situaciones y circunstancias de la
vida tenemos en nosotros los mismos sentimientos de Jesús? Por ejemplo, cuando sufrimos algún mal o cualquier afrenta, ¿conseguimos reaccionar sin animosidad y
perdonar de corazón a quien nos pide excusas? ¡Qué difícil es perdonar! ‘¡Me la pagarás!’, esa palabra viene de dentro”.
“Cuando somos llamados a compartir alegrías o dolores, ¿sabemos sinceramente llorar con quien llora y alegrarnos con quien se alegra? Cuando debemos expresas nuestra fe, ¿sabemos hacerlo con coraje y simplicidad, sin avergonzarnos del Evangelio?”. “Y así podríamos hacernos muchas preguntas. No es suficiente, siempre debemos convertirnos, tener los sentimientos que tenía Jesús”.
El Papa explicó que “la voz del Bautista grita todavía en los actuales desiertos de la humanidad, que son las mentes cerradas y los corazones duros, y nos lleva a preguntarnos si efectivamente estamos recorriendo el camino bueno, viviendo una vida según el Evangelio”.
“Hoy como entonces, él nos advierte con las palabras del profeta Isaías: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”.
“Es una apremiante invitación a abrir el corazón y acoger la salvación que Dios nos ofrece incesantemente, casi con testarudez, porque nos quiere a todos libres de la esclavitud del pecado”.
A este respecto, el Santo Padre indicó que “la salvación se ofrece a cada hombre, a cada pueblo, nadie está excluido, porque Dios quiere que todos los hombres sean salvados por medio de Jesucristo, único mediador”. “Ninguno de nosotros puede decir: yo soy un santo, yo soy perfecto yo ya estoy salvado, no, siempre debemos tomar esta oferta de la salvación, y por eso el Año de la Misericordia, para ir hacia adelante en este camino de la salvación, en este camino que nos ha enseñado Jesús”.
“Por tanto, cada uno de nosotros está llamado a hacer conocer a Jesús a cuantos todavía no lo conocen”.
“Si a nosotros el Señor Jesús ha cambiado la vida, ¿cómo no sentir la pasión de hacerlo conocer a cuantos encontremos en el trabajo, en la escuela, en la comunidad de vecinos, en el hospital, en lugares de reunión?”.
El Obispo de Roma también señaló que “si miramos alrededor encontramos personas que estarían disponibles a comenzar o a recomenzar un camino de fe si encontrasen cristianos enamorados de Jesús”.
Antes de rezar el Ángelus, Francisco pidió “que la Virgen María nos ayude a abatir las barreras y los obstáculos que impiden nuestra conversión, es decir, nuestro camino de encuentro con el Señor”, porque “¡Él solo puede dar cumplimento a todas las esperanzas del hombre!”.
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