Segunda multiplicación
de los panes.
1 En aquellos días, hallándose
otra vez (1) rodeado de una
gran muchedumbre que no tenía qué comer, llamó a los discípulos y
les dijo:
2 Tengo compasión de la muchedumbre, porque ya hace tres días que me siguen y no tienen que
comer;
3 y si los despido en ayunas
para sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos son de
lejos.
4 Y sus discípulos le respondieron:
¿Y cómo podría saciárseles de pan, aquí en el desierto?
5 Y les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Dijeron:
Siete.
6 Y mandó a la muchedumbre
recostarse sobre la tierra; y tomando los siete panes, dando
gracias, los partió y los dió a sus
discípulos para que los sirviesen, y
sirvieron a la muchedumbre.
7 Y tenían unos pocos pececillos, y dando
gracias, dijo que los sirviesen también.
8 Y comieron y se saciaron, y
recogieron de los mendrugos que sobraron siete cestos.
9 Eran unos cuatro
mil. Y los despidió.
Los fariseos piden un prodigio
del ciclo.
10 Subiendo luego a la barca con sus
discípulos, vino a la región de Dalmanuta;
11 y salieron los fariseos, que comenzaron a disputar con El, pidiéndole, para probarle, señales del
cielo.
12 Y exhalando un profundo
suspiro (2), dijo: ¿Por qué esta generación pide una señal? En verdad os digo que no se le dará ninguna.
13 Y dejándolos, subió de nuevo a la barca y se dirigió a la otra
ribera.
----------------------
(1) Repitiéndose las necesidades, nada tiene de extraño que Jesús renueve el milagro en cir- cunstancias semejantes.
(2) Con estas palabras nos indica San Marcos
uno de los rasgos de la naturaleza humana de
Jesús: el sentimiento que en su alma causaba
la ceguedad de las clases directoras de Israel, que acabarían por conducir al pueblo a su ruina
total. Cuando Jesús les ofrece tantas y tan evi- dentes señales, ellos piden una señal del cielo, como queriendo imponer la ley a Dios mismo,
único autor de los milagros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario