621
Una vez, cuando entré en la
capilla por cinco minutos de adoración y recé por cierta alma, comprendí que no
siempre Dios acepta nuestras plegarias por aquellas almas por las cuales rogamos,
sino que las destina a otras almas, y no les llevamos alivio en las penas que
sufren en el fuego del purgatorio; sin embargo nuestra plegaria no se pierde.
622
(81) La relación confidencial
del alma con Dios. Dios se acerca al
alma de manera particular, conocida solamente por Dios y el alma. Nadie se da cuenta de esta unión misteriosa,
es el amor que preside en esta unión y solamente el amor realiza todo. Jesús se da al alma de manera suave, dulce y
en su profundidad está la serenidad.
Jesús le concede muchas gracias y la hace capaz de compartir sus
pensamientos eternos, y a veces le revela al alma sus designios divinos.
623 Cuando el Padre Andrasz me dijo
que seria bien que en la Iglesia de Dios existiera un grupo de almas que
impetraran la Divina Misericordia, porque, en realidad, todos necesitamos la
misericordia, [227] después de estas palabras suyas una luz singular penetró en
mi alma. Oh, que bueno es el Señor.
624
(82) 18 III 1936. Una vez pedí a Jesús que Él Mismo diera el
primer paso con algún cambio o con algún acto exterior, o que me expulsaran
porque yo sola no era capaz de abandonar esta Congregación, y en este estado de
ánimo estuve agonizando más de tres horas.
No lograba rezar, pero sometí mi voluntad a la voluntad de Dios. A la mañana siguiente, la Madre Superiora
[228] me dijo que la Madre General [229] me trasladaba a Varsovia. Contesté a la Madre que seria mejor, quizás,
que ya no fuera sino que saliera [de la Congregación] allí mismo, en seguida. Consideraba que aquella era la señal exterior
que había pedido a Dios. La Madre
Superiora no me contestó a esto, pero un momento después volvió a llamarme y
dijo: Sabe usted, hermana, vaya a pesar
de todo; no piense que el viaje será un tiempo perdido aunque tuviera que
volver en seguida. Contesté: De acuerdo, iré; a pesar de que el dolor me
traspasó el alma, porque (83) sabia que por este viaje, la causa se aplazaría;
no obstante, a pesar de todo, trato siempre de ser obediente.
625
Por la noche, mientras rezaba,
la Virgen me dijo: Su vida debe ser similar a la mía, silenciosa y escondida; deben unirse
continuamente a Dios, rogar por la humanidad y preparar al mundo para la
segunda venida de Dios.
626
Por la noche, durante la Bendición [230], por un momento ni alma
estuvo en contacto directo con Dios Padre; sentí que estaba en sus brazos como
una niña y oí en el alma estas palabras:
No tengas miedo, hija Mía, de
nada, todos los adversarios quedarán destruidos a Mis pies. Con estas palabras entraron en mi alma una
profunda serenidad y un extraño silencio interior.
627
(84) Cuando me quejaba al Señor
de que me quitaba esta ayuda y de que estaría sola otra vez, sin saber como
actuar, oí estas palabras: Yo tengas miedo, Yo estoy siempre
contigo. Después de estas palabras
una profunda paz entró otra vez en mi alma.
Su presencia me penetró totalmente de manera sensible. Mi espíritu fue inundado de luz y también el
cuerpo participó en esto.
628 La noche del ultimo día en que
iba a salir de Vilna, una hermana [231], de edad ya avanzada, me reveló el
estado de su alma; me dijo que desde hacia ya un par de años sufría
interiormente, que le parecía que todas las confesiones habían sido mal hechas
y que tenía dudas de si Jesús le había perdonado. Le pregunté si había hablado de eso alguna
vez al confesor. Me contestó que ya
muchas veces (85) había hablado de eso al confesor y siempre los confesores me
dicen que esté tranquila; sin embargo sufro mucho y nada me da alivio, y
siempre me parece que Dios no me ha perdonado.
Le contesté: Obedezca, hermana,
al confesor y esté completamente tranquila, porque seguramente es una
tentación. No obstante, ella con
lágrimas en los ojos, suplicó que preguntara a Jesús si la había perdonado y si
sus confesiones habían sido buenas o no.
Le contesté enérgicamente:
Pregunte usted misma, hermana, si no cree a los confesores. Pero ella me apretó de la mano y no quería
dejarme hasta que le dijera que rogaría por ella y le relataría lo que Jesús me
contestaría. Llorando amargamente no
quería dejarme y me dijo: Yo sé,
hermana, que Jesús le habla, Y sin poder
liberarme de ella. Por la noche, durante
la Bendición, oí en el alma estas
palabras: Dile que su desconfianza hiere más Mi Corazón que los pecados que
cometió. Cuando se lo dije se puso a
llorar como una niña y una gran alegría entro en su alma. Comprendí que Dios deseaba consolar esa alma
por mi medio, por lo tanto, a pesar de que esto me costó mucho, cumplí el deseo
de Dios.
629
Cuando entré un momento en la
capilla aquella misma noche, para agradecer a Dios por todas las gracias que me
había concedido en aquella casa, de repente me envolvió la presencia de
Dios. Me sentí como una niña en las
manos del mejor Padre y oí estas palabras:
No tengas miedo de nada. Yo estoy siempre contigo. Su amor me penetró por completo; sentí que
entraba con Él en una intimidad tan estrecha que (870 no tengo palabras para
expresarla.
630
De pronto vi junto a mi a uno
de los siete espíritus, radiante como antes, con aspecto luminoso; lo veía
[232] continuamente junto a mi cuando iba en tren. Veía que sobre cada iglesia que pasábamos
había un ángel, pero en una luz más pálida que la del espíritu que me
acompañaba en el viaje. Y cada uno de
los espíritus que custodiaban los templos, se inclinaba ante el espíritu que
estaba a mi lado.
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