581 Muchas más cosas te diré cuando hables Conmigo en lo profundo de tu
corazón; allí nadie puede impedir Mi actuar, es allí donde descanso como en un
jardín cerrado.
582 El interior de mi alma es como
un mundo grande y magnifico en el que vivimos Dios y yo. Fuera de Dios nadie más tiene acceso a
él. Al comienzo de mi vida con Dios (49)
me llenaba el temor y la ceguedad. Su
resplandor me cegó y pensaba que Él no estaba en mi corazón, sin embargo eran
los momentos cuando Dios trabajaba en mi alma y el amor se hacia cada vez más
puro y más fuerte; y el Señor llevo mi voluntad a la más estrecha unión son su
santa voluntad. Nadie puede entender lo
que estoy viviendo en este magnifico palacio de mi alma donde estoy continuamente
con mi Amadísimo. Ninguna cosa exterior
perturban mis relaciones con dios; aunque usara las palabras más fuertes, no
expresaría ni una sombra de cómo mi alma está embriagada de felicidad y de amor
inexpresable, tan grande y tan puro como la fuente de la que brota, es decir,
Dios mismo. El alma es totalmente
embebida de Dios, lo siento físicamente y el cuerpo participa en este gozo;
aunque sucede que las inspiraciones de Dios son diversas en la misma alma, sin
embargo provienen de la misma fuente.
583
(50) En una ocasión vi a Jesús
sediento y a punto de desfallecer, y me dijo:
Tengo sed. Cuando le di agua al Señor, la tomó, pero
no la bebió y desapareció inmediatamente; estaba vestido como durante la
Pasión.
584
Cuando contemplas en el fondo de tu corazón lo que te digo, sacas un
provecho mucho mayor que si leyeras muchos libros. Oh, si las almas quisieran escuchar Mi voz
cuando les hablo en el fondo de sus corazones, en poco tiempo llegarían a la
cumbre de la santidad.
585
8 I 1936. Cuando fui a ver al arzobispo [212] y le dije
que el Señor exigía de mi que rogara impetrando la Divina Misericordia para el
mundo, y que surgiera una Congregación que implorase la Divina Misericordia
para el mundo, le rogué que me diera la autorización para todo esto que Jesús
quería de mi, el arzobispo (51) me contestó con estas palabras: En cuanto a las plegarias, hermana, le doy
permiso e incluso la animo a rogar lo máximo posible por el mundo e impetrar
por él la Divina Misericordia, porque todos necesitamos la misericordia y
seguramente tampoco el confesor le impide, hermana, rogar según esta
intención. Y en cuanto a la
Congregación, pues, espere un poco, hermana, que las cosas se pongan un poco
más favorables; esta obra en si es buena, pero no se debe tener prisa; si tal
es la voluntad de Dios, tarde o temprano, se realizará. ¿Por qué no?, después de todo existen tantas
otras Congregaciones, pues también ésta surgirá, si Dios lo quiere. Esté completamente tranquila. Jesús puede todo; procure una estrecha unión
con Dios y esté de buen ánimo. Estas
palabras me llenaron de gran alegría.
586
Al alejarme del arzobispo, oí
en el alma estas palabras: Para confirmar tu espíritu (52) hablo por medio de Mis suplentes de acuerdo
a lo que exijo de ti. Pero debes saber
que no siempre será así; te contradecirán en muchas cosas y a través de esto se
manifestará Mi gracia y que esta obra es Mía, pero tu no tengas miedo de nada,
Yo estoy siempre contigo. Has de saber
también, hija Mía, que todas las criaturas, sepan o no sepan, quieran o no
quieran, siempre cumplen Mi voluntad.
587
Una vez, vi de repente al Señor
Jesús en una gran Majestad y me dijo estas palabras: Hija
Mía, si quieres, en este momento creo un mundo nuevo más bello que éste y
pasarás en él el resto de tus días. Contesté: No quiero ningún mundo, yo Te deseo a Ti, oh
Jesús, deseo amarte con el amor con que Tú me amás; Te ruego una cosa: Haz mi corazón capaz de amarte. (53) Me sorprende mucho, Jesús mío, que hagas tal
pregunta, porque en realidad ¿qué haría yo con estos mundos aunque me los des
por millares? ¿Qué provecho
tendría? Tu sabes bien, Jesús, que mi
corazón muere de nostalgia por Ti; todo lo que está fuera de Ti, para mi no es
nada. En aquel momento no vi nada más,
pero una fuerza envolvió mi alma y un extraño fuego se incendio en mi corazón,
y entré en una especia de agonía por Él; entonces oí estas palabras: A
ningún alma Me uno tan estrechamente y de este modo como a ti y esto por la
profunda humildad y el amor ardiente que tienes por Mi.
588
Una vez oí en mi interior estas
palabras: Percibo cada latido de tu corazón; has de saber, hija Mía, que una
mirada tuya hacia alguien Me heriría (54) más que muchos pecados cometidos por
otra alma.
589
El amor expulsa el temor del
alma. Desde que amé a Dios con todo mí ser,
con toda la fuerza de mi corazón, desde entonces cedió el temor y aunque me
digan no sé qué de su justicia, no le tengo miedo en absoluto, porque lo conocí
bien: Dios es el Amor y su Espíritu es
la paz. Y ahora veo que mis obras que
surgieron del amor son más perfectas que las obras que cumplí por temor. He puesto mi confianza en Dios y no tengo
miedo de nada, me he entregado totalmente a su santa voluntad; que haga de mi
lo que quiera y yo, de todas maneras, Lo amaré siempre.
590
Cuando recibo la Santa
Comunión, pido y suplico al Salvador que sane mi lengua para que nunca ofenda
el amor del prójimo.
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