10-10-09
Jesús: ¿No vislumbras ya el Reino Nuevo? ¿No ves ese Reino que ya tiene lugar en algunos de vosotros y que pide la entrada al mundo? ¿No ves que hasta las realidades terrenas, materiales y espirituales, se encuentran transformadas en Mí? Son transformadas ya, lo que pasa que aún no lo veis, no lo sentís. Porque no veis con ojos de la fe. Como tú hoy te encuentras repleta de optimismo, aunque tu circunstancia adversa es la misma. Como tú hoy echas la mirada al mundo y lo ves lleno de Mí. Como tú hoy ves y te das cuenta que todo, absolutamente todo, está de mi mano y que Yo no he olvidado al mundo, sino que lo tengo asido todavía más fuerte, porque me necesita. Así. Y ver lo contrario es no ver la Verdad. Ver lo contrario es hacer oídos al Adversario, que miente, miente y miente y os quiere presentar lo que no es cierto. ¿Solos en la Cruz? No: ¡Conmigo! El hombre ha abandonado a Dios. ¿Dios ha abandonado al hombre? No: lo tiene aún más asido. Todo, todo, todo, absolutamente todo sucede porque Yo, Dios, lo quiero. ¡Transmite mi Alegría y mi Entusiasmo! El que tengo por todos los que me sois fieles. Olvida al mundo, olvida lo mundano. Mira: el Demonio, al ver que se le escapas, arreciará más fuerte, intentando pegarte. Ya sabes cómo te pega. Hazle caso omiso. Así le vences.
Tú sabes que arrecia el Malo, pero también os invade el Bien, impetuosamente. ¡Abridle la puerta! Abrid la puerta al Bien. El Bien vence al mal. No temáis. Abrid las puertas al Bien. Os encontráis conmigo, el Dios de Dios, Luz de Luz. ¿Qué temer? No temáis. No temáis. Y te bendigo, hija, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
12-10-09
(Virgen del Pilar)
Jesús: ¡Oh, hijos, hijos...! Habéis abandonado las costumbres cristianas. En las familias no se reza más. Esa es la razón por la que muchas familias se rompen hoy día. Esa es la razón por la que en muchos hogares se aborta. Y hogares cristianos, pues sus almas están bautizadas. ¡Oh...hijos...! ¡Cómo queréis ser “buena gente” si no recurrís a Dios! Ni lo mínimo de bondad puede haber en vuestra vida sin Dios; mucho menos santidad. Yo contemplo España, hija mía. No se reza en vuestras casas. Así, ¿cómo queréis prosperar? Así el mundo del Demonio ha entrado en vuestros hogares, haciéndoos capaces de las mayores abominaciones. Los padres maltratan a los hijos, entre los esposos hay adulterios, las madres abortan, los esposos ponen métodos artificiales en sus relaciones, impidiendo la vida. Los hijos desobedecen a los padres, entre ellos hay relaciones incestuosas, la pornografía entra en vuestros hogares por todas las ventanas que dejasteis abiertas, pervirtiendo la mente de vuestros pequeños. El amor está ausente de vuestros hogares, el sin-amor reina, reina el odio en vuestras almas. ¿Podéis ver en algo de esto un signo de Dios? No es Dios quien está en medio. Si no es Dios quien está en medio, decidme quién reina: ¡El Diablo! El Diablo, cuyo fin es dividir. El Diablo, cuyo fin es odiar y matar. Matar en el tiempo y matar finalmente para la eternidad. Odio, muerte y desamor reinan en vuestros hogares, en vuestros hogares cristianos. Dejasteis la puerta abierta al Demonio, y entró arrasando y destrozándolo todo. Hija mía, ¿cómo haré? ¿Cómo haré? “Bendito el marido de una mujer fuerte”. Ésta es la mujer fuerte que dice la Biblia,180 que hoy, día del Pilar, Yo te manifiesto. Tú eres la madre, la que da la vida en la familia. Sin ti la vida se muere. Cógete a tus hijos y líbrales del Malo, del Maligno. Porque es la mujer fuerte según Dios.
(Estoy en el campo apuntando este Mensaje. En este momento se acerca una pareja que discute) ¿Cómo puede haber amor en la pareja humana si no hay Dios? No pretendáis buscarlo, porque no existe. No existirá ni nunca lo tendréis sin Dios. Por eso, hija, mira: todos tus principios permanecen inamovibles e incluso se fortalecen pese a las adversidades y gracias a ellas. Sí: todo esto es un don de Dios para ti. He aquí la dicha de contar con una mujer fuerte en el matrimonio y la familia. (Esa pareja se aleja. Andan separados, se ve su desunión) ¡Oh, hija!, no fue éste mi deseo al crear a la pareja humana. Mi deseo fue uniros en el amor, uniros en mi Amor. Yo, en medio de vosotros, era el vínculo de unión para vuestro matrimonio. Si me echáis, nunca lograréis uniros. Que no lo pretenda nadie, pues no lo logrará. Donde no estoy Yo, está el Diablo.
180 Cfr. Pr 31,10-31
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