Oración de la noche:
Jesús: (Antes de ponerme a apuntar, oigo a Jesús gritando) ¡Sepulcros blanqueados!181 ¡Sepulcros blanqueados! ... ¡¡Sepulcros blanqueados!! (Esto aparece en el Evangelio del día siguiente: sobre los fariseos, que limpian lo de fuera y se olvidan de lo de dentro) ¡De modo que es la familia a quienes tus hijos han de cuidar!182 ¡Dime tú cuánto te has preocupado por la familia! ¡Dime tú si tú estabas dispuesto o has estado dispuesto a hacer alguna vez en tu vida el sacrificio que le has pedido a tus hijos que hagan por la familia! ¡Hipócrita! ¡Fariseo! ¿Sabes tú que te interpones entre Yo y el alma de tu hijo? ¿Sabes tú que le impides su vocación? En aras de la familia... Hipócrita... ¡Me das asco! ¡Qué!... ¡Qué! Una vez más es tu ¡orgullo! el que vence, el que tiene que vencer. (Aquí lloro, porque ver a Jesús así, tan enfadado. Me empezó a entrar una tristeza horrible y Jesús tuvo compasión de mí) Tranquila, hija. Me has visto enfadado, así de enfadado con ellos. Hija... Así, como ellos me arrebatan las almas de sus hijos, me encuentro luchando con ¡tantos padres! Se interponen entre mis Gracias y las almas de sus hijos. ¡Alimañas!, que devoras las almas de tus hijos. Ávido las quieres para ti. ¿Para qué? ¿Para qué? ¡¿Es a ti a quien deben servir?! ¡Son a tus planes a los que se tienen que plegar y obedecer! ¡¿Quién eres tú?! Remite las almas a Dios. Yo te las he dado para que las lleves a Mí, no para que te las quedes tú. ¡Tamaño orgulloso!, que has hecho un cetro para la inteligencia y la has sentado en tu trono para adorar. ¿Para qué tanta inteligencia? Me arrepiento de habértela dado, pues la utilizas para el mal y para tus fines.
181 Cfr. Mt 23,27.
182 En este mensaje se refiere el Señor a un padre concreto que obstaculiza la vocación de su hijo, poniéndose a sí y a su familia por delante de Dios.
15-10-09
Jesús: Date cuenta que lo que te ofrezco es una liberación. En lugar de ser una mujer “objeto de deseo”, una mujer según Dios. En lugar de ser una mujer centrada en sí misma, una mujer preocupada de los demás.
En lugar de ser una mujer siempre pendiente de agradar a un hombre y mendigando cualquier muestra de afecto y amor por su parte, una mujer pendiente de agradar a Dios, receptora y depositaria del Amor de Dios para ella y el mundo. Date cuenta. Y no se te dirá jamás la abandonada, porque Yahveh se complacerá en ti.183 ¿Qué puede haber de triste en tu vida, hija? ¿De qué te van a tener lástima? ¡Si tu vida es puro Don de Dios! la mires por donde la mires. Y al mirarte a ti, quiero que vean: ¡la mujer alegre porque Yahveh se ha complacido en ella! El rostro sonriente. La mujer dinámica. Ésa que a otras jóvenes les gustaría ser. Ejemplo de muchas. Dime tú qué ejemplo pueden ver si ven ese rostro triste. ¡Cambia esa cara! Tú eres repleta de optimismo. A ti los varapalos no te tumban. Tú confías plenamente en Dios. Y lo demuestras externamente. Vete, pues tienes mucho que hacer esta mañana. ¡Corre! ¡Quiero ver ese dinamismo! ¡Ale! Te bendigo, enana: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
183 Cfr. Is 62,4; 60,15.
17-10-09
Virgen: ¡Pobres condenados! ¡Pobrecitos condenados! ¿Sabes? Llega un momento que ya se sienten incapaces de volverse al Bien. Por eso necesitan gracias especiales para hacerlo. ¡Pero no se las merecen! Es por eso que Yo busco por todas partes almas que se inmolen por ellos. Para obtener del Señor esa Gracia que le da la posibilidad de volverse a Él, por lo menos antes de su muerte. La posibilidad de arrepentirse. ¿Sabes, hija? Ellos se cierran siempre la puerta al arrepentimiento. No quieren arrepentirse. Y llega un momento que ya no pueden, ni existe esa posibilidad. Yo quiero que, por vuestro medio, pueda conseguir de Dios que les dé esa última oportunidad, ¡y que ellos la acepten! La Gracia es mover su corazón para que la acepten, porque Dios siempre, siempre da oportunidades hasta el último momento, hasta el último postrer suspiro. ¡Es su corazón el que no puedo mover! Está como una piedra. ¡Concédeme, Señor, mover los corazones de los pecadores! ¡Concédemelo, oh, Padre! Mira hacia abajo, mira hacia la tierra. Observa y mira todas estas almas valerosas y puras que ofrecen sus sufrimientos sus sacrificios y su vida por ellos. Y mirando sus buenas obras, complácete en ellas y envía tu Espíritu hacia el alma de éste o aquel pecador, que necesita conversión.
Mueve así su corazón para que se arrepienta. Muéstrale tu Eterno e Infinito Amor y hazle moverse en su interior para querer ir a Ti. Que abomine su vida de pecado, sinceramente, que llore sus pecados y se arrepienta. ¡Oh, Señor! Tú eres Padre y Yo sé que Tú te compadecerás por el alma de estos tus pobrecitos pequeños hijos. ¡No permitas que caigan en la fosa del Abismo! No, no lo permitas.
Dios Padre: ¡Oh, Hija mía! en quien se complacen todos los Santos y en quien se complace mi Corazón. Quiero atender esta petición Tuya, pero vuelvo mi rostro a la tierra y no encuentro esas almas que me dices. Si las encuentro, ¡son tan pocas! Las almas no se unen a mi Sacrificio, no se unen al Sacrificio de mi Hijo, y Yo no puedo complacerme en ellas, aunque quiera.
Virgen: ¡¡Hijos míos amantísimos!! ¡Atendedme! ¡Atendedme! ¡Se necesitan inmolaciones a Dios Padre ofrecidas a través del Sacrificio de su Hijo en la Cruz! ¡Yo os llamo! ¡Yo clamo a vosotros! ¡Escuchadme! ¡Escuchadme! Dios desearía salvar, desearía rescatar. ¡Rescatad almas de la fosa, conmigo! Yo os enseñaré cómo. Venid a Mí y Yo os enseñaré cómo. ¿Queréis atender a esta petición de vuestra Madrecita? Los primeros, los más cercanos a vosotros. Dios une su salvación a la vuestra. Quiere que el cariño, el amor que os tenéis, os haga ofrecer sacrificios y ofreceros más por esas almas. Pero también mirad más allá. Mirad la muchedumbre ingente de almas que necesitan de vuestra oración y de vuestro sacrificio. ¡Oh, tened compasión! ¡Pensad que la condenación es eterna para esas almas! Para ello: ¡ofreceros!, ¡ofreced! ¡Ofreced sacrificios por la conversión de los pecadores! Os esperan. A vosotros se os ha dado más. A vosotros se os ha dado el Poder. Que el Amor sea vuestra guía y vuestra fortaleza. Que el Amor que os tengo y me tenéis sea el que os capacite para hacerlo. ¡Amad, amad, amad...! Amad a todos. Y a esos que os hacen daño: ¡amadles más! Conseguiréis así de Dios, su salvación eterna. Amén.
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