04-07-2013
Jesús: Sí, Jesús, ¡qué horror de mente!, ¡no me aguanto! ¡Lucha! Sigue luchando. Consiste en una ascesis del espíritu. No puedes permitirte pensar en todo lo que quieres. Es una especie de “gula de pensamiento”. ¡Ay, qué difícil es frenar esto, Jesús mío!. ¡No pensaba que estuviera tan mal! Sí lo está. Metes en tu alma algo que no Soy Yo. Acuérdate cuando esta mañana te lo querías quitar. Buscabas algo que fuera Yo, algo que te recordara, y no lo encontrabas. Es en la maraña de tus pensamientos, donde Yo no puedo pasar. Yo quiero de ti ahora que te acostumbres, con tu ascesis de pensamientos, a quitarte todo lo que ocupa mi puesto en tu mente, que cuando puedas mirar a tu mente, ¡me encuentres! Es por eso, te asombrabas esta mañana, al haber pasado todo un día de ayer tan centrada en Mí, que no encontraras ningún pensamiento que te recordara a Mí.
Tu subconsciente en la noche ha hecho de las suyas. Aflora todo. Lo que te quiero decir, hija mía, es que tú tienes ideas mías y que piensan en Mí, porque Yo te las doy, y te has acostumbrado a ello, pero no sabes buscarlas por ti misma. Para pensar sólo en Mí, hace falta la ascesis de dejar de pensar en otras cosas. Es duro eso, ¿verdad, Marga? Jesús, no pensaba que me iba a costar tanto. ¡No sé hacerlo! Ja, ja, ja. Te tengo poco así, porque Yo no resisto comunicarme contigo. ¡La culpa es Mía! Jesús, ¡eres Alucinante! ¡Oh, amada…! Es que Yo estoy contigo, pensando ¡en tantos hombres que me encontrarán por tu medio!, que no resisto a comunicarme más. Entras por la Capilla y pienso: “¡Ya está aquí! Empezaré”. A veces, mi sentido común me dice que debo esperar ¡a que tú por lo menos hagas un movimiento de buscarme!, pero te digo, hija, que mi Corazón no resiste el comunicársete. Si por mi Corazón fuera, no te dejaría ni respirar, pero mi mente me dice que debo esperar
Jesús mío, ¿es sólo porque yo debo comunicarlo a tantos? No… Es porque mi Amor te envuelve y te amo a ti, como si sólo tú fueras la que existe sobre la tierra, es porque mi Corazón elige también a quién amar, tiene sus preferidos, se complace en amar más a unos. Por eso te amo a ti por encima de estos. Ellos valen más que yo. No veo tus defectos. ¡Socorro! ¡Voy a morirme!
¿Qué quieres, meditar eso que os ha dicho el Director de Ejercicios? Lo que Tú quieras, Jesús. Pues a Mí me gusta que hagáis lo que os dice, pues por algo os lo he dado en obediencia. Pero a ti, ven. (Me coge de la mano) Dentro de lo mismo, te llevaré por otro lado. Porque es tu misión ésta de apuntar. Pan de vida. La Eucaristía. ¡Cuántos, hija, desearán vivir esto que tú vives ahora! Este encuentro tan personal e íntimo con Jesús Eucaristía, y no se les ha dado, no se les fue dado. ¡Cuántos, hija! Y tú, ¿lo deseas? Sí. Quiero desearlo como Tú quieres.
Medita la poquedad de tu ser de criatura, y medita lo que es que Yo, Eucaristía, te hable desde aquí y venga a ti. Es mayor predilección, si cabe, que ser elegida una de mis Apóstoles de entonces. ¿Por qué? Porque ahora tenéis más abundantes gracias con el Espíritu Santo, mayores Carismas. Para el Reino Nuevo, Yo os preparo. Es cuando Yo les digo que les daré a comer mi Carne y beber mi Sangre, cuando huyen y me abandonan. Se quedan mis discípulos, pero embotados, no sabían bien a qué me estaba refiriendo. Yo lo quise así para que no me abandonaran huyendo también.88 Pero he aquí que ahora está revelado, y lo complemento contigo. No sólo es que quiero que me comulguen, sino que se hagan Eucaristía conmigo. Hablaba de darles a comer mi Carne y beber mi Sangre,89 pero también es darles a comer vuestra carne y beber vuestra sangre. Ahora, ¿queréis igualmente seguirMe? Sí. ¿Hablas por ti, o por todos? Hablo por mí y por los que dependan de mí. Querida, esto que os pido, es serio, no consiste en una vida buena y sin preocupaciones a mi lado. Consiste en ir a curar (limpiar) leprosos, en el cuerpo y en el alma. Hija mía, las llagas purulentas de tus hermanos dan muchísimo asco, y vosotros tenéis que estar allí, limpiándolas.
No consiste la vida eucarística a mi lado sólo en estos ratos de Ejercicios, en los que Yo me prodigo con vosotros de consolaciones y consuelos. Estos los habéis de tener porque, si no, no resistiréis el camino, pero no sólo es esto. Esto es para que cojáis fuerzas. Pero el camino es largo, es largo, es angosto, es penoso, es cuesta arriba.90 En este daros a comer en vuestra carne y sangre, vuestro corazón se desgarrará, como el Mío. Tendréis traiciones de los más allegados. Los que mojan el pan en vuestra salsa,91 a menudo serán los que os den los latigazos. Vuestra alma estará crucificada conmigo. ¿Aun así queréis seguirme? Sí. Querida, las zorras tienen madrigueras y los pájaros nido,92 pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.93 Es forastero en su propia tierra. No quieren acogerle.94 Las antipatías y los celos proliferarán a vuestro lado cuando sepan que vais de Nuestra parte, se os cerrarán todas las puertas.
¿Aun así querréis seguirme? Sí. Pero Jesús, ¡Tú siempre estarás con nosotros! Sí, pero habrá momentos en los que no me veréis. Me ocultaré, y me llamaréis llorando. Pero Yo pruebo a mi pastor, y le hago esperar para hacerle fuerte. No acudo a la primera llamada. Os parecerá que os hundís y no vais a poder haceros a flote, porque Yo no estoy. Hija mía, te hablo de un tiempo no muy lejano, que encontrarme se os va a hacer asaz difícil. Porque han querido matarme y arrojarme lejos los enemigos de la Religión, y va a parecer que así lo han hecho. Es un tiempo ¡tan duro!, que tienen que estar preparados mis apóstoles, que tenéis que ser advertidos, que debéis saber a lo que venís. Todos me abandonarán y, en el momento de la prueba, también os preguntaré: “¿También vosotros queréis marcharos?”95 Jesús, ¡pero te diremos que nosotros no! Habrá muchas traiciones entre vosotros. Vuestros hermanos necesitan de vuestro pan. No os es lícito venir a saciaros de la mesa del Rey, donde se da (hay) pan en abundancia, mientras vuestros hermanos mueren de hambre. Medita, hija mía, qué vais a hacer para llevarme a los demás. ¿Qué vais a hacer?
Todo aquel que no se convierta en un apóstol activo por mi Reino, ése perecerá, perecerá entre terribles momentos de espanto, en la hora aciaga. Vosotros no podéis ser como esos que se guardaron el pan o el pez, o el chocolate96. En el momento terrible, no encontraréis la fe que no derramasteis, que no compartisteis. Yo pido de vosotros un cambio radical. Antes de que venga esa prueba, querida, de la que te hablo, antes de que venga, me tenéis que haber traído a un gran número de gentes. ¿Qué tenemos que hacer? Hija mía, yacen las gentes al borde de los caminos. Lo que vuestra imaginación e iniciativa os digan. No sólo quiero que os presentéis para engrosar las filas de congresos organizados, de oyentes. Quiero que salgáis a buscar a los más desfavorecidos. A menudo, serán los que más os escucharán. No quiero que vayáis y seáis invitados a los sitios como las personas “de la élite”. Quisiera que os mezclarais entre las barriadas de los más pobres y les dierais vuestro amor, a comer del Reino. ¿Cómo van a creer que el Reino de los Cielos está cerca y ha venido a ellos, si no se lo mostráis? No pueden ellos pensar que esto del Reino de los Cielos y de la Eucaristía es una cosa de ricos. Id a decir a los más pobres que el Reino de los Cielos está cerca,97 entre vosotros,98 entre ellos.
¿A los más pobres? A esos que nadie quiere. Son los invitados al banquete.99 (Son los que irán. Los ricos no irán) Antes de que suceda el día terrible, de la oscuridad de la fe, tienen que haber venido unos cuantos a Mí, ¡los que más puedan! Serán esos: los pobres. Los altos invitados, lo rehusarán.100 Hija mía, no vayas a reuniones de “alto copete”, aunque te inviten. Esos no buscan mi Reino. Quieren tenerte ahí, como tienen otras muchas de sus alhajas, una joya rara de esta época también la quieren, las coleccionan. ¿Para cambiar de vida? No, ellos seguirán con su misma vida de antes, con sus críticas y murmuraciones, sin querer abandonar su puesto de privilegio. Con sus riñas con su marido, familiares, infidelidad a sus mujeres, egoísmos con sus hijos… ¿El Reino, predicado por enésima vez a ellos? No, no te canses, no agotes tu saliva ahí. Ve a los sitios de mayor pobreza, los sitios de gente sencilla, donde pueden escuchar mi Voz porque están sus oídos abiertos. En alguno te tocará decirlo: “No, Dios no me envía a vosotros. Dios ya ha venido a vosotros, y vosotros no le habéis recibido”. De rodillas, hija, ven, que te imponga las manos para lanzarte a predicarme. (Noté una unción especial) Primero tendré que enterarme de todo lo que he escrito. No me acuerdo de las cosas. No te preocupes por eso. Yo te daré de qué hablar. Tú tan sólo, estate unida a Mí. Yo te bendigo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
88 Cfr. Jn 6,66.
89 Cfr. Jn 6.
90 Cfr. Mt 7,13s.
91 Cfr. Mc 14,20; Mt 26,23; Jn 13,26.
92 Cfr. Mt 8,20.
93 Cfr. Mt 8,20.
94 Cfr. Jn 1,11.
95 Cfr. Jn 6,67.
96 Alusión a lo que había dicho el sacerdote en la meditación. Que nos imagináramos que podía haber habido algún apóstol que, cuando Jesús dijo “Dadles vosotros de comer” (Lc 9,13), tenía chocolate en el bolsillo y se lo guardó para no repartirlo. No lo compartió. Por lo tanto, no se multiplicó y, al ir a cogerlo para comérselo, ¡se lo encontraría derretido, y no le serviría!
97 Cfr. Mt 3,2; 4,17; 10,7
98 Cfr. Lc 17,20.
99 Cfr. Lc 14,23ss: Mt 22,8ss.
100 Cfr. Lc 14,16ss.