Queridos amigos y amigas:
La realidad familiar ha sido dentro del proyecto del Reino, un elemento fundamental. Desde el AT, ya encontramos un mandamiento enfatizando el valor de los padres, y San Pablo complemente con una línea a la inversa, el valor y respeto que los padres deben tener por los hijos. Hoy la familia atraviesa serias dificultades en todo sentido. El modelo de sociedad va minado lo más esencial, lo más fundamental: las relaciones fraternas en toda dirección. San Pablo, lo que hace es darle mayor énfasis al cuarto mandamiento, especialmente al hacer referencia a la familia en su totalidad. San Pablo hace referencia al respeto y valoración tanto entre padres e hijos y especialmente en la línea pedagógica, cuando invita a que la educación ha de ser al estilo de Jesús, sin exasperar a nadie. El tema de los esclavos, no es que San Pablo esté aprobando esta realidad como esclavitud, sino que ellos forman parte de la familia y la exhortación que hace va en la línea de evitar el servilismo y las amenazas, de modo que las relaciones laborales estén en la línea de los iguales delante del Señor.
No ha de sorprendernos San Lucas, cuando plantea un tema bien interesante: ¿Quién puede entrar? Y lo que es más sorprendente ¡No los conozco!
Nos puede surgir la pregunta: ¿Puede Dios desconocer a sus criaturas? Pues, parece que sí, porque salvarse y participar de su banquete es cuestión de la persona, y lo que hace Dios es simplemente ratificar la decisión personal. Él ha sido muy claro, cuando nos dice que no basta con decir Señor, Señor, que no es suficiente una confesión, tampoco una oración, sin que la persona con todo lo que le implica, tenga la dignidad de verdadero Hijo. Por eso cuando dice:: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados.", es porque la misma persona no quiso aceptar la propuesta de salvación en plena libertad. Se puede creer que teniendo los sacramentos en regla, las oraciones al día y algunas obras de misericordia cumplidas, tenemos derecho automático a la salvación.
Nos podemos preguntar, si estoy entre los primeros y con derecho a la salvación o entre los últimos, como los siervos inútiles que solo hemos hecho lo que teníamos que hacer. Y también nos debe quedar bien claro que Dios no salva sin la participación plena y libre de la persona.
Sigamos trabajando en el Reino y sin desmayar, porque la salvación está cerca, es de cada día y de esto depende si al final entramos o no.
Su amigo,
Julio Corredor Sáenz cmf.
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