25-11-1999
Jesús: No me agradan las almas “tan puras” que no quieren mancharse limpiando a sus hermanos. Vosotros tenéis un concepto de “élite” que no agrada a mi Corazón. ¿Acaso no vine a sanar a los enfermos, curar a los leprosos, limpiar a los pecadores, perdonar a las prostitutas? El Reino de los Cielos es de lo pobre e inmundo del mundo, porque Dios-Nuestro-Señor, en Jesucristo su Hijo, ha muerto por todos y ha venido a sanar a los pecadores. Que acudan a Mí todos los que el mundo rechaza, que Yo les sanaré, Yo les daré consuelo. Porque soy Padre de todos, y de entre todos, la miseria de los más débiles es la que me atrae, para que se pueda manifestar en ellos mi infinita Misericordia. Los niños, los débiles, los enfermos, los leprosos en el alma, los crucificados en vida, los pobres y los pecadores, la inmundicia del mundo es lo que más me atrae, lo que más llama a mi Corazón, que encuentra en ellos a quien redimir. Porque se dejan mansamente redimir, sanar, curar, levantar, animar, llenar de Dios. Porque bendita enfermedad si ella te hizo salvo y objeto de mi redención, sujeto de mis Misericordias.
Lo pobre y bajo del mundo, ¡que venga a Mí! No oigáis a los que os desprecian. Ésos no transmiten mi Mensaje, no portan mi Palabra, no oyen mi Voz. No Soy Yo el que se manifiesta en ellos, son ellos mismos, es una acomodación de mi Evangelio tergiversado a sus conveniencias. No Soy Yo. Quiero que tengáis mis mismos sentimientos,186 mis mismos pensamientos. Y en mi Corazón están continuamente los despreciados por el mundo. Que sepan que “bienaventurados los que ahora sufrís, lloráis y sois maldecidos, vuestra recompensa será grande en el cielo”,187 donde Yo os pagaré –mi Padre lo ha dicho– el beneficio de vuestros sufrimientos aquí en la tierra. Donde recogeréis lo que aquí sembrasteis. Para ello, ofreceos a vosotros mismos como víctimas puras, unidas a Cristo. Dejad que Yo culmine mi Redención con vosotros. La vida va a pasar, pasará rápido, y la eternidad no tiene fin.
Allí os espero para daros mi abrazo de Gloria, para ocupar los primeros puestos en mi Banquete. Porque los que han sido “últimos” serán los primeros, y los primeros, últimos.188 Amad, no maldigáis. Amad a los que os persiguen,189 y amad a Dios, de quien recibisteis la vida y el don de vuestro sufrimiento. Vuestros puestos están preparados en el Cielo, y mi Madre espera jubilosa el día de vuestra venida, para llevaros personalmente cerca de mi lado en el Banquete Pascual. Benditos los que vienen en el nombre del Señor. Benditos los que viven su cruz unida a Cristo. Su recompensa será grande en el Cielo. Animaos con esta promesa. Yo os amo, y no olvido vuestros sufrimientos, antes bien os preparo un puesto a mi lado en la medida de aquellos. Mi Reino está al venir, mi Reino no tendrá fin. ¡Venid a Mí, benditos de mi Padre! Y degustad los Manjares preparados para vosotros por mi Padre, que está en los Cielos, y no deja de ver nada de lo que ocurre en la tierra. Yo os amo. ¡Venid a Mí! La pobreza me atrae, la miseria llama a mi Misericordia, sois los Tesoros de mi Redención. Recibiréis por esto vuestra corona de Gloria. Amén. Aleluya.
186 Cfr. Flp 2,5.
187 Cfr. Mt 5,3ss.
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