04-09-2000
Virgen: (Abrí Ezequiel 6, 1-10 Escucha, oh niña, escucha, aplica tu oído y aprende, distingue y “olfatea” los signos de los tiempos. Discierne la acción, la Voz de Dios, confía en su Palabra, ¡confía en su Juicio! Dios es Grande. Dios pone en marcha su plan sobre los hombres y nadie que confíe en el Señor y se acoja a su Plan quedará confundido. Mira y verás a los impíos cómo cada vez más y más quedarán confundidos y enredados en sus torpes elucubraciones y nunca distinguirán ni reconocerán el Tiempo ni los acontecimientos predichos. Sólo servirá para su propia confusión, dolor y condenación. Porque previamente no quisieron acogerse a Sus Mandatos, negaron Su Nombre Santo, no Le quisieron servir. Y he aquí que éste es su merecido, perecerán entre grandes dolores en la Hora de la Muerte. Antes se desesperarán y se herirán y asesinarán unos a otros. Todo será dolor y muerte, condenación para ellos. Niña, es Terrible esta Hora, estad preparados, el demonio os ronda como León rugiente.214 Defendeos. Yo os he dado mis Armas.
Velad, velad y orad,215 enderezad al máximo que podáis vuestras vidas para que el Señor, cuando venga, no pueda imputaros nada. Reparad por lo que hicisteis. Son tiempos duros, tiempos difíciles para los siervos del Señor. Tenéis que reparar, por vuestros males y por los que otros hacen, para que el Señor quiera al menos dejar un reducto de su Pueblo, que no le hirió, que no le fue infiel. Que al menos una parte del suelo no quede destruida, que haya supervivientes en Jerusalén. ¡Venid!, venid a mi Refugio. Sus Puertas permanecen todavía ahora abiertas. Aceptad todo y venid, ¡corred!, desproveeos de lo que os sobra. De los ropajes antiguos haced una hoguera, vestíos con las blancas vestiduras de los novios al encuentro de la novia. Entrad en Su Banquete, entrad en la dicha del Señor, ¡siervos fieles! Creed, creed a mis profetas. Hoy, como ayer, Dios continúa enviándolos y tienen la especial protección de mis Manos Purísimas. Yo también los sostengo, Yo los preparo para su sublime misión. Creedlos, vienen de Dios.
¡Oh sí, niña!, Yo tiemblo también al pensar en esa Hora, al pensar en lo que os espera, ¡pero me inundo de gozo y me alegro!, ¡me alegro!, al contemplar las maravillas que el Señor va obrando ya y obrará en vosotros y ver el lugar que os tiene destinado para la eternidad, donde seréis dichosos para siempre. Y no podréis siquiera ahora atisbar una milésima parte de vuestro gozo. ¡Oh!, el más mínimo gozo de esas moradas es nada comparado con el máximo gozo de aquí en la tierra. Bendito sea el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Benditas las obras de sus Manos, bendita su Naturaleza Humana, que tomó parte del barro para elevarlo a la condición de ser hijo de Dios. ¡Uníos, únete! a su Sacrificio, que perdura y perdurará por los siglos, que lava, salva, sana, cura, levanta y redime a los hombres, que les hace libres, que les abre las moradas eternas. ¡Oh, venid!, ¡venid todos!, las Puertas se abren, ¡venid antes de que llegue el día en que permanecerán cerradas por tres días hasta que El resucite a los hombres. ¡Venid ahora!, el tiempo se está acabando. Venid a celebrar las Bodas con el Cordero.216 Venid a vuestra Salvación. Yo Soy la Madre de la humanidad. Apóstoles de los últimos tiempos ¡venid a reinar conmigo! ¡Venid a vuestra salvación! Yo lo deseo ardientemente, porque es un Deseo de Dios. Proclamad, anunciad y llevad su Nombre Santo, su Sagrado Corazón hasta los confines del orbe. Sí, cariño, ¡trabajad!, la mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Señor que envíe obreros a su mies.217
Cuidad y proteged a vuestros Sacerdotes, son el máximo don de Dios para vosotros. Rezad por ellos, sostenedlos con vuestras oraciones, dadles vuestro cariño. Por vosotros se entregan, sed fiel rebaño y cariñoso para ellos. Cuidadlos como oro en paño, ¡son mis hijos muy amados! Mi Corazón se derrite de gozo y de agradecimiento, de paz y amor pensando en ellos, en lo que han donado a Dios y en lo que donarán.
214 Cfr. I P 5,8.
215 Cfr. Mc 14,38; Mt 26,42; Lc 22,46.
216 Cfr. Ap 19,7.9.
217 Cfr. Mt 9,38
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