Mataban a quellos que no pensaban como ellos.
Despreciaban, humillaban e insultaban a quienes no creían en su Ser Supremo
Ridiculizaron hasta límites insospechados a quienes pensaron diferente
Organizaron guerras sangrientas (las llamaron cruzadas)
Crearon un tribunal propio y en él quemaron a muchas mujeres tachándolas de brujas
Gozaron de los favores reales siempre.
Siempre estuvieron al lado del poder y por tanto siempre practicaron la tiranía.
Si usted ha pensado en la Iglesia Católica, no se equivoca. Todo esto que he dicho es cierto. Estas cosas sucedieron en el pasado. Y probablemente sucedieron no porque se sustentaran en lo que Jesús dijo (porque se siguen usando los mismos textos hoy en día) sino más bien como producto del ser de una época. Siempre, cuando yo era universitaria, en las clases de Historia Medieval la profesora nos pedía que no juzgásemos los hechos con mentalidad del siglo XX (entonces estábamos en el XX) sino que lo hiciésemos con la mentalidad del hombre del medioevo. Era difícil pero para ello nos podíamos apoyar en los filósofos de aquella época. Y no lo conseguíamos porque es difícil sustraerse al tiempo que uno vive, pero algo mejor sí los entendíamos.
Sé que estoy dando vueltas y me disculpo. Son necesarias para lo que quiero decir a continuación. La Iglesia Católica ha hecho muchísimo daño. Eso es cierto. Tan cierto es que hasta el actual Papa y el anterior, Juan Pablo II, han pedido perdón por los errores del pasado (y pedir perdón es un acto de valentía que no todos saben hacer, yo no he visto a Carrillo pedir perdón por las checas ni a ningún dirigente comunista por lo que hizoStalin).
Pero la Iglesia ya no es lo que era. Y mucho menos en nuestro país. Los curas ya no aterrorizan en los confesionarios, no pegan con los crucifijos en la cabeza (si es que alguna vez lo hicieron) ni dan mensajes apocalípticos. No se me va a olvidar aquí recordar que hay curas pederastas. Cierto. Como cierto es que existen abogados, médicos, profesores, y carniceros que también lo son. Es verdad que resulta más sangrante en un cura (como resultaría en un padre contra su hijo o en un profesor de primaria) Pero que existan curas pederastas no convierte a todos los demás en semejanta aberración. Cierto es que la Iglesia no ha actuado bien contra estas prácticas pero eso no significa que las apruebe. Una madre puede ocultar a las autoridades que su hijo ha matado y eso no significa que apruebe el asesinato cometido por su hijo.
Bien. Llegados a este punto en el que primero digo la parte negativa, ahora diré la positiva y en la época actual que es la que realmente nos interesa. La Iglesia hoy día no organiza cruzadas ni cosas por el estilo. Más bien ayuda a quién así lo desee a resolver sus cruzadas interiores. A mí me gustaría saber qué porcentaje de las personas que tanto la critican han escuchado varias homilías últimamente y saben qué dicen los sacerdotes hoy día, de qué hablan, qué les dicen a los creyentes. O saber cuántos han pasado por un confesionario últimamente para saber exactamente qué palabras de consuelo dicen los curas a quienes van a pedirlas. Porque a lo mejor no lo saben y por eso critican sin saber. A lo mejor piensan que confesarse es ir a que un tío vestido de urraca te grite y te diga lo malvado que eres y la cantidad de rosarios que tienes que rezar.
Porque, para las personas creyentes, aunque unos iluminados se empeñen en decir lo contrario, un templo es un lugar de consuelo, de reflexión, de estar a solas con uno mismo y plantearse seriamente qué quiere de su vida y cómo va a resolver todas y cada una de las cosas que día a día pasan. Se llama trascendencia y le pasa a la inmensa mayoría de los seres humanos sólo que unos la resuelven con filosofía, con ciencia y/o con otras religiones. Pero todos o casi todos tenemos ese sentido trascendental que nos hace plantearnos qué viene después de la muerte. Es más, los ateos lo son porque primero se plantearon la existencia de algo y llegaron a sus conclusiones, tan legítimas como las de un obispo.
Concluyo y termino. Las personas que han hecho o defienden lo que hicieron las chicas feministas el otro día en la capilla de la Universidad Complutense deberían:
-Plantearse que si están en contra de la Iglesia deben acudir a protestar a otro lado. Concretamente a las altas esferas de la misma. El vaticano les queda lejos pero pueden ir a la Conferencia Episcopal y hablar con Rocuo Varela y expresarle sus puntos en desacuerdo. Ir en contra de la base es tan absurdo como poco eficaz. No consiguen que la gente que está rezando dentro digan: "ah pues tienen razón, estamos alienadas". Consiguen el efecto contrario: ahora hacemos una misa por todo lo alto en la explanada. ¿No querías taza...?
-Desechar de su vida la violencia porque caen en el riesgo de imitar lo que justamente critican. Es decir, critican a la iglesia por sus cruzadas y Santa inquisición (que sucedió hace seis, cinco siglos) y ellos en sus escritos del siglo XXI justifican la violencia. Esto pone en la página web de los que están detrás de estas acciones :“la violencia ha sido en muchas ocasiones un arma necesaria de las esperanzas de liberación. Como herramienta la consideramos: sin olvidar nuestro compromiso con una vida sin sufrimiento ni humillación, los métodos de la resistencia y de la rebeldía, así como los posteriores de la subversión y contrapoder, deben responder a las necesidades históricas concretas del enfrentamiento”
-Si consideran que la Iglesia Católica tiene a las mujeres humilladas y defenestradas y su movimiento persigue la liberalización de la mujer les conmino a que hagan idéntico acto en la mezquita de la M 30. Y que lo hagan además (ponerse en bolas de cintura para arriba) en la parte de los hombres y no en la de las mujeres). Que lo hagan y entonces empezaré a creerme que de verdad van en serio con sus pretensiones. O mejor aún, que lo hagan en la plaza del pueblo de Teherán, o de Qatar, o de Kabul. La historia la escribieron los valientes y los que iban a las cruzadas eran bestias pero les echaban unos huevos poco corriente hoy en día.
Y ahora desde mi postura como católica, como mujer y como persona que defiende los derechos de las personas sin atender a razas, sexo, religión ni nivel social. No vengáis a salvarnos porque no estamos en peligro. A la iglesia se entra sin pistolas ni coacciones. Estamos en el siglo XXI. A la iglesia, como a la mezquita, a la sinagoga y a los after se va porque uno quiere y en el uso de sus plenas facultades, como también me gusta ir de copas y no me gustaría tener a un iluminado apocalíptico interrumpiendo mi juerga con amigos. Hago lo que quiero y lo que me da la gana. Tanto ir a rezar como tomar tres o treinta gin tonics. No me gusta que nadie me diga lo que tengo qué hacer. No me gusta que se metan con mis creencias, no me gusta que me atosiguen y no me gusta que invadan mi espacio.
Las revoluciones no se hacen así, tomad ejemplo de las que sí consiguieron cosas como Clara Campoamor. Y que yo sepa nunca se tuvo que desnudar en nigún templo. Entre otras cosas porque para defender los derechos de la mujer hay que tenerse respeto a una misma. Y enseñar las domingas no lo es, entre otras cosas porque lo que define a una mujer no es tener un par de tetas. Si ese es vuestro símbolo las que necesitais una buena dosis de feminismo sois vosotras porque, queridas, de mujer a mujer os digo: mis tetas no valen una misa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario