11-10-08
Jesús: (Durante un Retiro)
Necesitáis de cuanta más fuerza, mejor, porque estáis en un ataque abierto del enemigo. Y algunos habéis ido al combate en mangas de camisa. Necesitáis que os envuelva mi Gracia para no perecer. Necesitáis que venga el Espíritu Santo sobre vosotros. Y es en estos momentos que os lo reservo. Porque os veo juntos y juntos os quiero alentar. Sí, no penséis que es ir a la lucha sin ayuda. Yo no podría enviar a los míos a eso. A menudo todo se os hace tortuoso porque ni pedís ni cogéis mi ayuda. Yo os la quiero enviar.
Vosotros tenéis un concepto equivocado de cruz y de estar en guardia. La cruz no es derrota. No es pesimismo y flojera, negatividad. La cruz os hace libres. Con ella vivís en Gracia y perseveráis. Os da la fuerza y os llena de vida, de vitalidad. La cruz no invita a la derrota, ¡sino a la victoria! Por mi cruz os vino el Espíritu.
No habéis experimentado todavía lo que es el Espíritu. El Espíritu Santo ¡es alegría!, ¡es plenitud! La cruz es vuestra gloria. ¿Estáis en guardia cuando no veláis y oráis? ¿Lo estáis cuando no ayunáis ni os sacrificáis? Sin oración y ayuno no podéis estar en guardia. Estáis descansando. Y viene el enemigo y os ocupa con siete demonios más que al principio.14
Por eso os digo: Meditad sobre vuestro concepto de cruz y sobre vuestro concepto de estar alerta. Os encontráis en un crudo combate del que nadie puede salir vencedor sin las dos cosas. A partir de ahora quisiera que en todos vosotros, en vuestros rostros, se tradujera todo lo que vivís en vuestro interior y lo que predicáis. No sois mis apóstoles verdaderos mientras no me deis a los demás. Así que os digo que quiero y es mi deseo, un deseo de mi Corazón: que cada uno de vuestros rostros refleje mi Alegría. Alegría radiante. Mi dicha de estar junto a Mí. De vivir a mi lado y no estar solo. De vivir de Mí en mi Eucaristía. La dicha de encontrar un sentido a la cruz y un valor al sacrificio. La dicha de permanecer conmigo en largos ratos de oración y adoración.
Entonces, hermanos, amigos míos, entonces, cuando vosotros salgáis a la calle, notarán que algo distinto os invade y que vuestra alegría, ésa que se refleja en la cara, es bien profunda. Y querrán ser como vosotros. Observad: si no hay alegría, no hay plenitud.15 Si alguno no es alegre entre vosotros, es porque no está pleno. Y éste será un signo inequívoco para pensar si venís de Mí: si sois alegres. Y que mi Alegría os desborde. ¿Qué es lo que busca el mundo? La alegría. La alegría del Resucitado.
Lo que pasa es que aún no lo saben. ¡Id vosotros a mostrárselo! Mostrad que se puede estar en el mundo sin ser del mundo. Y vivir de ese otro mundo sobrenatural. Aún en el mundo. Sin ser del mundo. Y quiero ver un reflejo en vuestras vidas. Te lo he dicho y es un Deseo de mi Corazón: ¡SED ALEGRES!16 Amén.
14 Cfr. Mt 12,45.
15 Cfr. Jn 15,11; 17,13.
16 Cfr. I Ts 5,16; Flp 1,4; 2,18.28.29; 3,1; 4,4.
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